La que hoy ya es la sexta economía mundial y cuyo progreso económico es elogiado en el mundo, en su interior presenta profundas desigualdades que quedan al descubierto, entre otros datos, con el índice de penetración de la banda ancha.
No sólo Internet es cara y lenta, según la opinión de Rogério Takayanagi, directivo de TIM Fiber. Hay otro problema mayor, o acaso y en parte, producto de la crítica que hace Takayanagi a la Red. Veamos. 2011 cerró sin alcanzar las 56 millones de conexiones en banda ancha ante una población de 190 millones de habitantes. De hecho, la densidad en telefonía fija está en menos de 43 millones de accesos. Muy distinto, en cambio, es el panorama que muestra la telefonía móvil, ya que estos servicios cuentan con 242,2 millones de móviles, esto es, 127,5 aparatos por cien habitantes.
Ante este escenario, el periódico Valor asegura que pueden verse varios Brasiles diferentes, en la que conviven regiones sin infraestructura de redes con otras sumamente avanzadas. Como muestra un botón: existen amplias regiones sin Internet y fuertes desequilibrios en la oferta. “Se puede encontrar un megabit por segundo de velocidad (representa el 40% de la velocidad contratada en el país) en el Sudeste por 29,80 reales (13 euros) o hasta 30 veces más caro en el Norte”, ejemplifica el periódico.
Por otra parte, una investigación de CGI.br establece que el mercado brasileño está muy concentrado. El 78% de los 17 millones de accesos fijos a la web están en manos de seis grandes proveedores, dueños de gran parte de la infraestructura de redes existente. Para Alexandre Barbosa, de CGI.br, esta alta concentración dificulta el compartimento de las redes con los proveedores más pequeños.
Tal como rige la ley del mercado, en aquellos centros donde está concentrada la población de mayor renta, existe una fuerte competencia que redunda en calidad de servicio y precios más asequibles. Por otra parte, hay regiones de consumo potencial menor y que tan solo cuentan con un proveedor. “Así sin competencia, reflexiona el periódico, no hay presión para la mejoría de los precios”. Por último, están aquellas zonas de baja densidad y poco poder adquisitivo que resultan nada atractivas para los proveedores de banda ancha.
De acuerdo a Flávia Lefrève, abogada de Pro Teste, la poderosa entidad brasileña de defensa del consumidor, el avance de la banda ancha está ligado a la clasificación del servicio como régimen público y a la definición de metas de universalización. “El modelo actual propicia una prestación discriminatoria del servicio. Algunos estudios muestran que en la región Norte, por ejemplo, se llega a cobrar 780 reales (343 euros) por un Mbps”, denuncia la letrada.
Valor sostiene que ante ese escenario desigual, una oferta de subsidios estatales y con recursos de fondos sectoriales de telecomunicaciones puede representar una de las salidas. “Es muy difícil para la iniciativa privada viabilizar un modelo de negocio que atienda a unos pocos clientes. Sin política pública no compensa”, sostiene Márcio Carvalho, director de Productos y Servicios de Net.
También Flávia cree que el mercado no puede regirse por la autorregulación. “La banda ancha es estrategia”, dice. Razón no le falta.