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Dinosaurios de la prensa: ¡Convertíos en pájaros... o morir!

Martes 02 de septiembre de 2014

Durante siglos, los dinosaurios de la comunicación dominaron la Tierra: eran los gestores indiscutibles de la información, los guardianes de la libertad de prensa, el Cuarto Poder de la democracia... Lo tenían todo, y en grandes cantidades: audiencias masivas, enorme capacidad de influencia, ingentes ingresos publicitarios... Ocupaban la cima de un paraíso muy rentable, la cúspide de la pirámide informativa.

Pero hace apenas un par de décadas llegó un cambio tecnológico radical. Surgió una nueva especie: el mamífero del ciberespacio. Al principio, eran pocos y pequeños, aunque ya muy ágiles y agresivos. Tanto, que hasta los dinosaurios de la prensa se sintieron atraídos por ellos. Les estaban mostrando “El Futuro” y, además, les enseñaban el camino en ese nuevo ecosistema informativo llamado Internet. Los dinosaurios cayeron, literalmente, en la Red: se dejaron seducir por los mamíferos e imitaron sus comportamientos. Sobre todo, uno de ellos: darlo todo gratis. El alimento, la publicidad, vendría sola.

Pasó el tiempo y los mamíferos se multiplicaron. Muchos murieron, explotaron como burbujas, pero fueron rápidamente sustituidos por otros más ágiles y agresivos. Y algunos crecieron mucho y pronto fueron tan grandes como los dinosaurios, con el valor añadido de que, como esos enormes mamíferos habían “inventado” el nuevo ecosistema, siguieron marcando el camino hacia ese “Futuro”... que en realidad ya había llegado. Porque la ruta de la información ya no transitaba por el viejo paraíso, convertido en una selva cada vez más tupida, más espesa, más peligrosa, con multitud de competidores... y sin futuro para quien no supiera reaccionar.

Pese a ello, los dinosaurios de la prensa seguían sin ver el peligro, empeñados en imitar los modos de los grandes mamíferos, en reproducir sus comportamientos y en seguir cumpliendo el gran mandamiento fundacional de la nueva era: “Dalo todo gratis, abona el terreno, la publicidad se multiplicará y crecerá sobre el fértil guano de la información”. Cegados por lo que les pareció la nueva Ley Fundamental, el nuevo Dogma de la Comunicación, los dinosaurios se empeñaron cada vez más en parecerse a los mamíferos. ¡Pobres!: no sabían que nunca podrían convertirse en mamíferos de verdad.

Una nueva publicidad comenzó a crecer gracias a ese abono que suministraban los dinosaurios... pero del que se aprovechaban los mamíferos, que se limitaban a seguir marcando el camino (a través de laberintos cada vez más angostos y complicados), mientras que arrebataban todo a sus estúpidos imitadores: los contenidos, la audiencia, la influencia y la rentabilidad.

En esto llegó el Diluvio. A la caída de audiencias y de publicidad provocada por la competencia de mamíferos cada vez más grandes, eficientes y abundantes, se unió el retroceso publicitario generado por la mayor crisis económica en casi un siglo. De pronto, los dinosaurios descubrieron que ya no lo tenían todo. Al menos, no en cantidades suficientes para alimentar sus enormes corpachones, que, por cierto, seguían abonando incansablemente con información gratuita el ecosistema creado por los ciber-mamíferos. Pero las florecientes y nutritivas nuevas especies de publicidad ya no iban a parar al estómago de los dinosaurios, sino al sofisticado aparato digestivo de los nuevos grandes depredadores.

Los dinosaurios comprendieron demasiado tarde que no podían comportarse como los mamíferos. Sus enormes cuerpos –agotados por más de una década de seguir el dogma de las especies emergentes.com– comenzaron a secarse. Se sintieron al borde de la extinción. Entonces reaccionaron y comenzaron a violar el dogma: quisieron cobrar por lo que durante mucho tiempo habían dado gratis. Era demasiado tarde. El ecosistema había cambiado tanto como si hubiera transcurrido una era glacial. Los dinosaurios de la prensa no podían sobrevivir, mientras que los ciber-mamíferos dominaban el planeta...

Sólo había una solución: había que adelgazar, especializarse, cortar el suministro de abono gratis. Pocos dinosaurios lo comprendieron. Pero algunos lo lograron y se convirtieron en una nueva especie: seres más especializados, capaces de sobrevolar el nuevo entorno en busca de audiencias e ingresos publicitarios lejos de las fauces insaciables de los depredadores de la Red. Tenían que ser capaces de ofrecer lo que los grandes mamíferos despreciaban: una información de más calidad, analítica, con valor añadido y, por supuesto, con un precio. Como eran más ligeros, ya no necesitaban un alimento publicitario masivo, sino más bien nutrientes libres de grasas y ricos en proteínas. Porque tenían que moverse más rápido para depositar su preciado abono sólo donde ellos quisieran, donde les fuera más rentable, no desperdigado por el paisaje y al alcance de cualquiera.

Así fue como algunos dinosaurios –la verdad es que muy pocos– sobrevivieron. Se dieron cuenta de su gran error: querer convertirse en mamíferos. En vez de eso, siguieron la senda natural de la evolución y se convirtieron en... pájaros.