La comunidad científica ha demostrado hasta la saciedad que la Tierra está amenazada de muerte debido a la actividad humana. Pero los políticos se están mostrando incapaces de estar a la altura del enorme desafío. Se nos acaba el tiempo. Recientemente, más de mil científicos de 25 países apoyaron el movimiento Scientist Rebellion, que patrocina manifestaciones y protestas a la largo del mundo.
Ha llegado la hora de que el periodismo tome partido, dejando de lado la enorme contaminación mediática, la desinformación y el periodismo de declaraciones inanes, y milite en lo que realmente importa: estamos ante una crisis existencial, con un progreso tecnológico exponencial descontrolado, un capitalismo elitista y depredador, una atención sanitaria decadente, un sistema de educación pública de eficacia decreciente y una desigualdad disparada y restallante. La cultura científica está en declive, como resalta Eduardo Martínez en su informe recién publicado en su veterana web Tendencias 21 y en el "El Periódico". La sociedad está intoxicada con teorías e informaciones ajenas a la ciencia y a todo lo que sabemos con certeza sobre la marcha del mundo y su evolución.
Las desigualdades se están acelerando hasta límites inconcebibles. Se acaba de publicar el último informe de Oxfam. En enero de 2022, los diez hombres más ricos del mundo han duplicado su fortuna, mientras que el 99% de la población mundial han visto deteriorarse sus ingresos desde la COVID-19. No es el azar, sino decisiones deliberadas de violencia económica, mientras los políticos toman determinaciones diseñadas para favorecer a los más ricos y poderosos, dando lugar a la muerta de una persona cada cuatro segundos, al menos, según cálculos de Oxfam. Es perfectamente posible crear una economía en la que nadie viva en la pobreza, hay suficiente evidencia de cómo hacerlo.
La prestigiosa Scientific American cita a Peter Kalmus, científico climática de la NASA: "es hora de que todos nos levantemos y hagamos sacrificios por este hermoso planeta. Me siento realmente desesperado y horrorizado y no percibo ningún impulso ni intención por parte de los líderes mundiales". Estamos ante un problema que no es científico sino político. Y los medios de comunicación y los periodistas tenemos una gran responsabilidad, para que los gobiernos escuchen. Quitemos el micrófono y las cámaras a las declaraciones sin verdaderas noticias, sin conocimiento ni responsabilidad. Debemos unirnos a la comunidad científica, informemos de las manifestaciones y protestas con carácter preferente. Pongamos el foco en lo que realmente es urgente y decisivo.