Es casi un eslogan docente esa expresión que hemos escuchado desde estudiantes de que “si quieres tener éxito en la vida, tienes que trabajar muy duro”. También otras expresiones similares, tales como “si quieres triunfar tienes que saber, y para saber tienes que estudiar”.
En definitiva: trabajar duro implica de algún modo la garantía de poder llegar a la meta. La cuestión es si se justifica el sacrificio o si hay maneras de regular el esfuerzo y poder disfrutar de la vida por estar haciendo un trabajo que te gusta y que no requiere tanto sacrificio. En conclusión, hay que salpimentar el esfuerzo propio de todo quehacer con motivación y pasión por lo que haces.
¿Cuál es la probabilidad de que trabajando duro estemos muy cerca del éxito? Es importante; pero, como en Matemáticas: condición necesaria pero no suficiente. Esto implica que si trabajas muy duro, existe la posibilidad de que puedas vivir bien. Aunque hay que sopesar cuánto sacrificio y tiempo estás dispuesto a soportar para alcanzar esa meta que aún hoy está lejana.
Cuando un investigador científico está catorce horas trabajando en el laboratorio, resulta evidente que es una tarea muy dura. Pero, ¿cabe otra posibilidad para que haya una mínima probabilidad de obtener resultados prometedores en la investigación? Seguro que no. Porque la propia esencia de la investigación requiere del proceso prueba-error y feedback.
¿Cuál es el problema con el trabajo duro?
Están los que opinan que trabajar duramente implica que no se tenga un momento de tranquilidad ni de alegría. Que el sentimiento tan especial que es la felicidad siempre se nos va postergando. ¡Y cuidado! Es cierto que por determinadas circunstancias personales y laborales, a veces tarda años en llegar.
Claro está que tampoco es garantía de que siquiera nos aproximemos a la meta. Esto es lo que tenemos que tener claro y aplicar de manera inteligente independientemente del esfuerzo que estemos dispuestos a realizar. En otros términos: esfuerzo sí, aunque bien administrado.
Tampoco es cuestión de engañarnos a nosotros mismos diciéndonos que al seguir nuestra pasión no tendremos que esforzarnos en exceso. Esto es falso, pues el investigador apasionado no cesa en su esfuerzo. Lo que sucede es que incluso los más destacados han tenido que aprender con los años cómo regular las fuerzas para no flaquear más adelante por cansancio físico y mental.
Parece que lo importante no es cuánto haces, sino cómo lo haces. Esto conlleva esa administración de energía que tanto daño puede hacernos. O sea, que una primera solución para no entrar en ese bucle de cansancio mental y físico es aprender a ser eficaces en las tareas que tenemos por delante.
Esto implica cómo administramos el tiempo. Especialmente las interrupciones informales o aquellas que, si bien son formales, están alterando nuestra rutina porque no se han respetado como es debido los protocolos de comunicación interna y gestión de los documentos que forman parte del problema a resolver.
La importancia del equipo
Aquí entran en juego dos elementos básicos en las organizaciones: el primero es la capacidad de liderazgo, lo que incluye los mandos intermedios. El segundo es el nivel de cohesión de los miembros de los equipos y el grado de compromiso individual con la dirección.
Esta conjunción de factores hace que fluyan las ideas y la creatividad. Que facilite el nivel de compromiso, así como dedicación y esfuerzo de cada una de las personas que comparten equipo y/o departamento. Por consiguiente, si dejamos de mirar en solitario las acciones de cada persona y las vemos en conjunto, ese esfuerzo y trabajar duro queda relativizado por una eficacia de equipo y eficiencia global de la organización.
Claro está que si la persona no está en una organización ni tiene la suerte de formar parte de un equipo de alto rendimiento, es más probable que tenga que administrar más esfuerzo y energía, por el principio elemental de división del trabajo. Pero puede neutralizar muy bien los tiempos ociosos y esfuerzos mal empleados con un entrenamiento y capacitación no sólo técnica, sino en el plano emocional.
Cuando a Colgate-Palmolive le quitaron líneas de controles que eran excesivas, se produjo una liberación de la creatividad y se incrementó la eficiencia global de la compañía en un 25%. Los empleados y mandos intermedios se beneficiaron del menor esfuerzo que implicaba tantos informes y rendición de cuentas. Pero también, en el plano emocional, porque sentirse útil y que se tiene una autonomía en el trabajo que se realiza, es evidente que energiza y ayuda al nivel de satisfacción del trabajo realizado, y además potencia el compromiso de cada empleado con la organización.
Pasión vs. Esfuerzo
No compartimos la posición extrema de que sólo con la pasión que apliques en tu trabajo el éxito llegará como algo natural. No es así. Sí es cierto que ayudará muchísimo a estar bien orientados en el camino del éxito, pero, una vez más, decimos que es condición necesaria pero no suficiente.
El éxito y las metas alcanzadas por hombres de la talla de Richard Branson, Steve Jobs o Bill Gates (por señalar algunos muy representativos) tenían que ver con su pasión, pero esencialmente estaban vinculados a su capacidad natural y visión del mundo que han tenido. Cómo se han anticipado al tiempo, a veces en décadas. Pero no es menor el esfuerzo y sacrificio que han realizado. La pasión en ellos es un porcentaje pequeño si lo medimos con sus respectivos talentos e imaginación de cómo veían el mercado o el futuro.
¡Que quede claro! Saber convivir simultáneamente con una razonable alegría porque sabes que estás bien orientado y no te desespera el tiempo y esfuerzo que tendrás que dedicar a tu proyecto personal. A ese plan de vida que te has trazado y que ha fijado ya su meta.
Pero no te engañes. No es garantía suficiente del éxito. Este requiere la combinación de pasión, inteligencia, esfuerzo, capacidad y responsabilidad. De ahí que Warren Buffett señalara en una conferencia respecto a cuáles eran las cualidades más importantes en un hombre (mujer) que “por lo general, uno busca tres cosas en una persona: inteligencia, energía e integridad. Y si las personas no tienen la última, ni siquiera se moleste con las dos primeras. Yo les digo: aquí todo el mundo tiene inteligencia y energía –de otro modo no estarían aquí. Pero la integridad depende de usted. Usted no nació con ella, no se puede aprender en la escuela”.
Es evidente que Buffett valora el talento por encima de la energía, porque ha matizado en más de una ocasión que sólo con las dos primeras (inteligencia y energía) podría matarle. Es una forma elegante de defender talento por encima de esfuerzo sin que esto implique que no haya que esforzarse. La cuestión es saber hacerlo inteligentemente.
José Luis Zunni es director de ecofin.es y vicepresidente de FORO Ecofin. Director de ECOFIN Business School y coordinador de ECOFIN Management & Leadership. Director del Centro de Liderazgo de la EEN (Escuela Europea de Negocios) y coordinador académico de la Red e Latam del grupo media-tics.com. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Conferenciante. Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de la EEN y coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN. Autor de ‘Inteligencia Emocional para la Gestión. Un nuevo liderazgo empresarial’, coautor de ‘Liderar es sencillo. Management & Liderazgo’ y coautor con Ximo Salas de ‘Leader’s time (Tiempo del líder)’
Antonio Alonso, presidente de la AEEN (Asociación Española de Escuela de Negocios) y secretario general de EUPHE (European Union of Private Higher Education).
Salvador Molina, presidente del Foro ECOFIN y consejero de Telemadrid