Mientras el sector editorial tradicional trata de sobrevivir al tsunami digital y la venta de libros en papel ralentiza su crecimiento, el fenómeno de los audiolibros abre una ventana a la esperanza: nace una nueva forma de obtener ingresos. Y promete.
Nada puede sustituir el placer de la lectura. De hecho, el libro electrónico, a pesar de haber entrado con fuerza en nuestras vidas, ha tenido que conformarse con una resignada convivencia con el libro tradicional. El de papel: ese que permite deleitarse no solo con las historias contenidas en sus páginas, sino que proporciona una experiencia sin igual gracias al paso de las hojas, al olor de la tinta y del papel. Al tacto, a pesar de la posterior dificultad para almacenar esos compendios de horas de disfrute y aprendizaje.
El libro en papel goza de una aceptable salud, quizás mejor que la del libro electrónico: mientras que las ventas del libro impreso crecieron en Estados Unidos un 6,3% en el primer trimestre de 2018, las del libro electrónico cayeron un 3,2%. Pero ya no es en esa dicotomía donde se juega la partida. Ahora hay un tercer jugador: el audiolibro.
Según cálculos de KKR, los consumidores gastarán 900 millones de dólares en audiolibros en 2018. Supone un 20% más que el año pasado. Solo en el primer trimestre del año los ingresos han aumentado un 32%, hasta los 99 millones de dólares, en comparación con el mismo periodo del año anterior, según la Asociación de Editores de Estados Unidos.
El audiolibro coge fuerzas y ya supone una opción más dentro del libro electrónico. Generalmente van acompañados, pero ya existen casos de libros que se han publicado directamente en formato audio, sin pasar por el texto. La editorial Simon & Schuster publicó hace tres años 'Drunken Fireworks', de Stephen King, exclusivamente en formato audio. Duraba una hora y veinte minutos.
La facilidad para leer libros cuando se escuchan es una de las razones del éxito del audiolibro. De hecho, el 77% de los oyentes frecuentes dicen que escuchar audiolibros les ayuda a terminar más títulos. La media en Estados Unidos es de 15 por año. En comparación, los españoles leen 11,6 libros en papel al año y 16,7 en formato digital, según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros 2017.
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Sin embargo, parece que la clave del éxito de los audiolibros no reside precisamente en la voracidad. De hecho, parece que prima... la comodidad. Los fans del audiolibro valoran por encima de todo que pueden hacer otras cosas mientras escuchan. De hecho, el 68% hace las tareas del hogar al mismo tiempo, el 65% cocina, el 56% hace ejercicio y el 36% hace manualidades. Parte de la culpa la tienen los altavoces inteligentes, utilizados ya por el 30% de los oyentes frecuentes en Estados Unidos. El próximo paso es el coche, donde se espera que Alexa, Cortana, Siri o Sherpa entren progresivamente.
Las siguientes razones esgrimidas por los oyentes para decantarse por el audiolibro son que pueden escucharlos en cualquier lugar y que les gusta que les lean, en lugar de tener que hacer el esfuerzo por leer ellos.
Sea como sea, el auge de los audiolibros viene de la mano de plataformas como Storytel, que ofrece un catálogo más de 1.500 de títulos por 12,99 euros mensuales. Como si de un Spotify de los libros se tratase, Storytel permite escuchar sin conexión y acceder desde el smartphone (el 92% de los usuarios se decanta por el móvil, según datos de la propia compañía). Un caso similar al de la estadounidense RBmedia, que ofrece 35.000 audiolibros en su plataforma.
Otras marcas que empiezan a configurar el sector son Audible, Tunein, Overdrive o Scribd. Muchas de ellas tenían o tienen su negocio principal en la palabra escrita. Otras, incluso en el podcast. Ambas realidades son la puerta de entrada más frecuente al audiolibro, que mezcla lo mejor de ambos mundos, y que tienen en Internet y los dispositivos móviles el caldo de cultivo adecuado para la expansión de un modelo de negocio que ha nacido directamente bajo un formato de suscripción al estilo Netflix y que empieza a tocar a los medios de comunicación: la BBC producirá 'The Inspection Chamber', un drama interactivo en formato audio diseñado específicamente para altavoces inteligentes. La palabra oral está de vuelta.
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