Las cadenas de pago se enfrentan a nuevos e inesperados competidores con la billetera repleta de dinero y grandes dosis de determinación por robarles el mercado más importante de la televisión.
La retransmisión del Mundial de fútbol de Rusia le ha costado a Mediaset España casi 40 millones de euros. Son 27 partidos y apenas un mes de competición. Poco dinero si se compara con los casi 3.000 millones de euros que pagó Mediapro por los derechos de la Liga o los 1.100 millones que ha pagado esta misma productora por la Champions. Competiciones como la Fórmula 1 han llegado a costar casi 60 millones de euros, dinero que pagó Movistar en 2014 para emitir las carreras en exclusiva. Si salimos fuera de España, los precios son todavía más elevados: 3.400 millones de euros por la Liga francesa o 7.800 millones de euros por la Premier League británica. Por supuesto, si miramos Estados Unidos veremos cifras mareantes: Disney y Turner llegaron a pagar en 2015 casi 24.000 millones de dólares por emitir la NBA durante nueve años, a razón de más de 400 millones de dólares anuales cada uno.
Estas astronómicas cifras, de las que se quejan casi todos los operadores, son muy difíciles de rentabilizar. Máxime cuando existe una guerra de precios en los paquetes que ofrecen los canales que emiten estos contenidos, que además suelen estar disponibles en todas las plataformas. Un ejemplo es el fútbol, que en España puede verse al completo por 17 euros al mes, cifra que acaba de introducir beIN Connect tras añadir 'El Partidazo', el único encuentro que no emitía. Este producto es un híbrido entre la televisión tradicional, con canales al uso (disponibles en plataformas de la competencia: Movistar, Orange o Vodafone), y la plataforma en streaming, dado que solo se puede acceder a sus contenidos a ese precio a través de Internet. Casi todas las plataformas ofrecen el fútbol a un precio similar, e incluso con ofertas como el euro mensual que estableció Orange el pasado verano. Vodafone llegó a incluir en un mismo paquete el fútbol, la Fórmula 1 y MotoGP: todo por 20 euros al mes. Atrás quedaron los tiempos en que un solo partido costaba 12 euros. Vivimos en la época de las tarifas planas, del pago por un catálogo de contenidos. A eso nos han educado Netflix, Amazon y compañía. Y son estas plataformas, precisamente, las que quieren revolucionar el mercado del deporte televisado.
Los rumores suenan con fuerza desde hace tiempo. En España se centraron en la Fórmula 1, competición que Movistar no renovaba. Aunque el propio Reed Hastings negó su interés por el directo, lo cierto es que no se puede descartar. Sobre todo porque Amazon lo tiene en mente y Facebook incluso está dando pasos reales para ponerlo en marcha, como haber ofrecido 600 millones por la Premier League de criquet en India. Nadie suelta prenda, pero las competiciones deportivas serán la próxima gran batalla de las Big Five, conscientes del empuje e importancia del vídeo en streaming, del cambio de los hábitos de consumo y de la importancia de sus plataformas en la vida de las personas: si la gente está comentando el partido con sus amigos en una red social, ¿por qué no emitir directamente el partido e integrar la experiencia en un mismo lugar?
Estas plataformas, sin embargo, no son iguales. Netflix o Amazon parten con la ventaja de ser modelos de suscripción por los que los usuarios ya están pagando, lo que permite contar con una base ya creada. No sabemos hasta qué punto estos contenidos requerirían el pago de una cantidad adicional, ni cómo desvirtuaría eso su propio modelo de negocio, basado en que todos los usuarios tienen los mismos contenidos (tal vez la clave de su éxito junto al bajo precio y las enormes posibilidades multiplataforma). Mucho menos se sabe cómo rentabilizaría Facebook estos contenidos: ¿serían gratuitos o se emitirían bajo un -inédito- modelo de suscripción? La red social ya emite algunos partidos de fútbol en México, pero no tiene los derechos en exclusiva. Por otra parte, Netflix invirtió cerca de 6.000 millones de dólares en 2017 para producir y comprar películas y series. Una sola competición deportiva podría llevarse la mitad de ese presupuesto. No es tan fácil.
Podemos hacernos una idea del modelo echando un vistazo a Twitter, que hace poco comenzó a retransmitir algunos partidos de la NFL estadounidense. Totalmente gratis, aunque todavía bajo ese modelo dual de coexistencia entre actores tradicionales y digitales.
Los próximos años, sobre todo a medida que vayan venciendo los contratos actuales, serán determinantes para el futuro de las retransmisiones deportivas. Si actualmente nadie se sorprende cuando vemos una película o una serie "en Netflix", que te respondan "en Facebook" cuando preguntes dónde se retransmite el partido de tu equipo favorito será lo más normal del mundo. Aunque probablemente no necesitarás preguntárselo a nadie: Mark Zuckerberg se encargará de recordártelo. Como ya hace con cada cumpleaños o evento de tu interés. Solo es un dato más.