La llegada al poder de Donald Trump marcó el inicio de la que ya se conoce como “la era de la posverdad o de las noticias falsas”. No en vano, el diccionario Collins de 2017 elevó el término “fake news” a palabra del año 2017.
El informe del Instituto Reuters y la Universidad de Oxford señala que las “fake news” se pueden analizar atendiendo a diferentes perspectivas. En una escala confeccionada tras entrevistar a los editores de prensa, se distinguen, por grados, la sátira, el periodismo sesgado y sensacionalista, la propaganda, los anuncios y contenidos patrocinados y las noticias falsas prefabricadas.
Aunque este tipo de contenidos han existido siempre, los medios digitales y las redes sociales han contribuido de forma decisiva a crear confusión, máxime cuando los llamados “hechos alternativos” comparten espacio y nivel de relevancia con las informaciones serias en las mismas plataformas. Esta convivencia imposibilita al público distinguir entre la verdad y la mentira.
En 2018, las noticias falsas seguirán siendo las protagonistas. Sin embargo, la sociedad es más consciente del problema y exigirá a las plataformas de Internet que no le exponga a este tipo de informaciones. Según el informe, los ingenieros ya han comenzado a darse cuenta de que el uso que se le puede dar a la tecnología que han creado puede acarrear consecuencias negativas y se espera un importante despliegue de nuevos procesos y algoritmos diseñados para detectar contenido sospechoso que los moderadores deberán analizar. El siguiente paso será que la Inteligencia Artificial pueda aprender del comportamiento humano y sea cada vez más autosuficiente. Este año también entrarán en juego inspectores de datos independientes cuya misión será realizar una verificación de hechos alternativa.
Pero la tecnología se perfeccionará una vez más y de nuevo será susceptible de caer en manos de los amantes de la confusión. Investigadores de la Universidad de Washington han sido capaces de desarrollar un programa que permite convertir los clips de audio de una personalidad como Barack Obama en un video realista. Al sincronizar sus labios, los algoritmos ponen en boca del expresidente declaraciones falsas con una total apariencia de realismo.
Ante la dificultad para evitar ser engañados, los usuarios deberán recibir, a través de la educación, pautas para aprender a diferenciar el tipo de informaciones que encuentran en Internet. Amy Webb, experta en medios digitales, aboga por introducir programas de alfabetización mediática digital en la educación primaria y las universidades para que los jóvenes desarrollen “recursos de supervivencia digital” que les puedan ser muy útiles para confrontar la información. En 2018 se espera que aumente la financiación para sufragar campañas y programas que nos ayuden a luchar contra la desinformación.
Uno de los indicativos a tener en cuenta a la hora de filtrar contenidos es la fuente. El estudio asegura que el foco cambiará del “qué creer” a “quién creer”. Cuando el usuario se enfrente a diversas informaciones, la capacidad para identificar rápidamente a las marcas y personas de confianza que hay detrás de ellas será clave para separar el trigo de la paja.
En la actualidad, según la investigación del Instituto Reuters solo el 47% de los encuestados fue capaz de reconocer la marca que había creado un contenido determinado al acceder a las noticias en Facebook, Twitter y Google. Las plataformas tecnológicas trabajarán en esa dirección, proporcionando herramientas a los usuarios que les permitan identificar las fuentes de manera inmediata. Google y Facebook ya se han unido al consorcio The Trust Project con el que se han comprometido a incorporar más información a las noticias que se comparten. Mejorar el etiquetado, dotar a las noticias de contexto, incorporar descripciones más detalladas o aumentar el tamaño del logo de la marca serán algunas de las medidas que tomarán en 2018.