Dos emprendedores han ideado un nuevo concepto de Internet sin contraseñas, registro de dominios o plataformas intermediarias que recopilan nuestros datos de navegación.
Internet, en sí, no es nada, sólo una especie de mundo paralelo que ha conseguido conquistar la vida real. Un planeta digital que estaba vacío y que hemos ayudado a poblar, dotar de servicios y realidades, y crecer durante estas dos décadas de popularización, implantación y expansión. Y como tierra fértil que era, cualquiera podía crear su propio barrio en forma de web. Como en la vida real, algunos barrios crecieron hasta convertirse en reinos, en feudos. Y así es como Facebook dejó de ser un barrio y se convirtió en un país (el más poblado del planeta). Y Amazon dejó de ser una librería de barrio para convertirse en la tienda global. Como en la vida real, tu propio barrio pasó a formar parte de un nuevo país y tu tienda pasó a convertirse en un corner dentro de una tienda más grande. Ahí se perdió la esencia original de Internet, en la que cualquier persona montaba su chiringuito y podía subsistir: hoy, casi nadie puede ser nada en la Red sin un intermediario. Sin un reino.
Ante esta visión, dos emprendedores, Muneeb Ali y Ryan Shea, han decidido volver a los orígenes de Internet gracias al Blockchain, la tecnología que hace posible el Bitcoin. Quieren que esos reinos no sean imprescindibles para registrar un dominio, pagar en la Red o incluso almacenar los datos que genera tu actividad en Internet. Quieren que el poder vuelva al ciudadano de a pie, a pesar de que hubo un día en que Zuckerberg, Bezos y compañía también eran ciudadanos de a pie…
Aunque se desconocen casi todos los detalles sobre su proyecto, la esencia está en utilizar el Blockchain como método para verificar y proteger todos los datos que circulan por la Red, de manera que puedan eliminarse algunos intermediarios que hoy son imprescindibles para moverse por el mundo digital. También quedarían fuera de juego las contraseñas, que bajo un sistema basado en Blockchain serían innecesarias.
"El nuevo Internet quita el poder a estas grandes empresas y lo lleva a donde siempre perteneció, a la gente”, explicó Ali en una charla TED. Esa frase resume la filosofía de su proyecto. Y es que la base, y tal vez lo más destacado, es lo que proponen para el oro del siglo XXI: los datos. Concretamente, los derivados de la navegación, actualmente en manos de esos reinos en los que nos movemos, quienes poseen todo el derecho sobre los mismos y pueden explotarlos a su manera. Con el sistema de Ali y Shea,
los datos son de quien los genera y se guardan en una especie de Dropbox personal privado. Eso sí, cada usuario puede decidir con quién quiere compartirlos, sean empresas u otros usuarios. La utopía de un nuevo Internet 20 años después.