Creen equivocadamente las personas menores de treinta años, que cuando alguien les dice o cualquiera de ellos afirma “tengo toda la vida por delante”, que están bendecidos por cierta infinitud de la vida, que ésta nunca se acaba y que hay margen para errores, empezar de nuevo o no hacer nada. Los problemas sobrevienen a todas aquellas personas que no fueron conscientes de que el tiempo transcurre y la vida vuela. Pero además, al darse cuenta entonces de lo finito que es la existencia, les genera frustración por haber dilapidado oportunidades.
Otra cara de la misma moneda, es la falsa sensación de que el éxito lo tenemos asegurado y que hagamos lo que hagamos, con más o menos aciertos, los buenos resultados están garantizados. Las circunstancias son como placas tectónicas, que siempre están en movimiento por más que creamos que al decir de algún incauto “Dios está con nosotros” o “el destino está de nuestra parte”, que el viento es de popa y nadie podrá pararnos, ni una cosa ni la otra. Siempre se mueven los hechos y circunstancias como las horas y los días. La situación de ayer no es la misma de la de mañana aunque creamos que sí.
Sábato hace un relato estremecedor sobre lo efímero tanto del éxito como la vida, porque las lanzas de Oribe que le perseguían en su huida al norte argentino para cruzar la frontera y llegar a Bolivia (cosa que jamás logra porque muere en territorio argentino), no sólo le preocupan sino que le perturban psicológicamente, porque no podía comprender cómo compañeros de armas que habían pelado juntos en las luchas contra las tropas realistas (españolas), podían ahora estar enfrentados a muerte.
Sábato plantea magistralmente el concepto de patria, cuando Lavalle se refiere a ella como “esa estúpida palabra” en la cual cabían (caben hoy lamentablemente) interpretaciones para todos los gustos. Pero Sábato se queda una vez más con lo efímero del espíritu patriota, que parece a lo largo de la historia acercase siempre al fuego que más calienta. El honor para Lavalle estaba por encima de las rivalidades y disputas de los hombres. Sábato también cree que la gloria se puede llevar a la tumba a diferencia del poder y posesiones.
También el Premio Cervantes 1984 por una ironía del destino, es nombrado el primer presidente de la “Comisión Nacional sobre la desaparición de Personas” en diciembre de 1983 con el objetivo de investigar las graves, reiteradas y planificadas violaciones a los derechos humanos durante el período del terrorismo de estado sucedido entre 1976-1983, llevadas a cabo por la dictadura militar argentina. Hubo tumbas anónimas y fosas comunes en todo el territorio nacional. Se recibieron miles de declaraciones y testimonios, verificándose la existencia de cientos de lugares clandestinos de detención en todo el país.
Las tumbas para Sábato en este caso, era el “Nunca Más” que es el título del informe final en formato de libro sobre las víctimas de la dictadura, también conocido como “Informe Sábato”, habiendo sido propuesto por Marshall Meyer, que fue el lema utilizado por los sobrevivientes del Gueto de Varsovia para repudiar las atrocidades del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial.
Por más que demos vuelta la historia del derecho y del revés, las tumbas son siempre iguales, porque la gran mayoría de ellas en los lugares de descanso de cualquier país, guardan personas buenas y también héroes, porque las víctimas son todas iguales en cualquier parte. Esa es también la heroicidad que Sábato creía tenían aquellos inocentes que lo único que sus familias buscaban era si en vez de desaparecido estaba muerto, o si efectivamente había fallecido, dónde estaba enterrado.
Los auténticos héroes de Sábato lo son también los de los rusos Boris Pasternak, Leon Tolstoi, Alexander Solzhenitsyn, el checo Milan Kundera, el polaco Czeslaw Milosw, por citar sólo algunos de los que vivieron el terror de la represión y el asesinato. Para todos ellos las víctimas son siempre iguales y heroicas. Las tumbas están pobladas de héroes porque las víctimas de grandes tragedias históricas son las auténticas heroínas transformadoras de sociedades y países.
La inmortal novela de Sábato, considerada la más importante argentina del siglo XX y una de las más destacadas de habla hispana de todos los tiempos, es una alegoría que indaga en aspectos profundos y recónditos de la mente. En el que los que pensamientos a veces circulares y concéntricos, muy al estilo de otros grandes como Faulkner, Kafta o Dostoievski, dan vida a los fantasmas que a lo largo de la civilización han convivido entre nosotros. Actitudes fantasmagóricas encarnadas en “hombres malos” con sed de poder y amorales absolutos en cuanto a la dignidad de las personas y la vida. Personajes y personajillos que por el sólo hecho de que el fin justifica los medios y la muerte no es más que una etapa del camino, para que “los malos” sigan creyendo que el mal triunfa, cuando en realidad es el bien el que prevalece. Y para que ello suceda, lamentablemente siempre la historia nos hace tomar nota de millones de muertes injustas de víctimas inocentes que son todas ellas la esencia del espíritu heroico de los pueblos y naciones.
Recomendaría la lectura de esta novela a muchos políticos que aún por su juventud, no tienen muy asumido el espacio finito que ocupan y que los únicos valores que perduran, son aquellos que finalmente se llevarán de esta vida y por el cual serán recordados.