La Agencia estadounidense está probando algunos prototipos de aeronaves disruptivas que modifican el diseño actual de las alas, la colocación de los motores e incluso la velocidad de despegue y aterrizaje.
Los aviones llevan utilizando la misma estructura desde hace décadas, aunque a menudo incorporan pequeñas actualizaciones en el diseño y los materiales para mejorar su eficiencia. La NASA quiere romper con lo establecido y está probando prototipos que revolucionarían el sector, obligando incluso a revisar determinadas normas como la velocidad de despegue y aterrizaje de las aeronaves.
El X-57 es uno de esos modelos: un avión totalmente eléctrico equipado con 12 pequeños motores colocados a lo largo de sus estrechas, rectas y delgadas alas, culminadas a su vez por sendos motores en sus extremos, un punto que en los últimos años se erigió en vertical para mejorar la sustentación (esa verticalidad funciona como una extensión de las alas). La NASA cree que el aire que revolucionan esas piezas verticales puede ser reaprovechado con motores adicionales. Una ruptura del diseño tradicional de los aviones que tiene un objetivo prioritario: “hacer que esta cosa vaya más rápido usando la menor cantidad posible de combustible”, explica Sean Clarke, uno de los principales investigadores que trabajan en este proyecto.
El avión que están diseñando debe cumplir los actuales requisitos de seguridad sobre velocidad de despegue y aterrizaje. Se aconseja que se utilice la mínima velocidad necesaria para ello, pero la actual estructura de las alas obliga a menudo a elevar esas velocidades para proporcionar al avión el empuje necesario, algo que también sucede cuando las alas son largas y estrechas. Esto causa un mayor consumo de combustible, algo que la NASA quiere precisamente evitar. De hecho, el X-57 casi llega a parar sus motores durante 30 segundos en el despegue y el aterrizaje para aprovechar la inercia al máximo y ahorrar energía. Además, los 12 motores situados en las alas se pliegan durante la fase de crucero para formar parte de las propias alas: a partir de ese momento serán los dos motores de los extremos los encargados de proporcionar el empuje necesario al avión para que continúe volando.
Otra de las innovaciones de este aparato es el engaño al que someterán los ingenieros a sus alas: harán que crean que se están moviendo más rápido de lo que en realidad se estarán moviendo. Esto se consigue desligando la velocidad del aparato de la velocidad del viento que pasa por las alas, que será bastante superior. “No es realmente un sistema de propulsión”, explica Clarke.
El X-57 forma parte del proyecto New Horizons Aviation, que durante la próxima década tratará de desarrollar aviones experimentales que resuelvan los actuales problemas de la industria: consumo de combustible, ruido y contaminación. Ya tienen más modelos en marcha, por lo que futuro de la aviación no ha hecho más que despegar.