Entre los muy interesantes informes de la Singularity University de California, veo una nota con las predicciones de cómo será el mundo en el 2025. Para esa fecha habrá un trillón de sensores conectados, que darán lugar a una nueva economía de características deslumbrantes. Un informe de Cisco estima que la OIE generará 19 billones de dólares de nueva creación para la economía mundial. Además, habrá cerca de 8.000 millones de seres humanos conectados, unos 5.000 millones más de los que hay en este momento, gracias a proyectos como el de Facebook (Internet.org), Google (Proyecto Loon), SpaceX, Qualcomm y Virgen (OneWeb), lo que añadirá una enorme masa de consumidores a esta nueva economía mundial. También predice que habrá una criptomoneda de alta seguridad, global y descentralizada, basada en la blockchain. La aparición de esta criptomoneda global representará algo tan importante como la creación misma de Internet.
Este brillante futuro contrasta con un caótico presente. En el último número de “The Economist” hay un interesante artículo sobre el preocupante estado de los editores de información en los mercados avanzados. El semanario británico pone de relieve que el pasado año los diarios norteamericanos tuvieron unos ingresos de publicidad de unos 30.000 millones de dólares, lo que supone una caída del 60% sobre la cifra que tenían en 2005. Jim Chisholm, un consultor de medios de comunicación, predice que los ingresos por publicidad de los periódicos impresos se dirigen hacia cero en muchos medios de EEUU y de Europa. Por otro lado, los precios de la publicidad digital siguen cayendo, ante una sobreabundancia de oferta. Además, los muros de pago no han funcionado bien, como pone de relieve la reciente decisión del británico “The Sun” de desguazar su muro de pago. Los ingresos por publicidad digital de los diarios de EEUU totalizaron en 2014 3.500 millones de dólares, apenas una fracción de la enorme caída de la publicidad impresa. Por otra parte, los ingresos por publicidad digital tienden a concentrarse en unos pocos actores con audiencias masivas. Si a esto le añadimos el creciente auge de los bloqueadores de publicidad, para la inmensa mayoría de los editores de información digital el horizonte es enormemente preocupante.
Desde el lado de los clientes de la información de calidad, la situación tampoco es buena: ante la enorme oferta informativa, los receptores se encuentran totalmente desbordados. La hiperinformación genera desinformación. La calidad de la gran mayoría de la información disponible es muy baja y repetitiva. En el punto en el que estamos de la transición digital, la hiperinformación está generando desinformación.