“Estoy seguro de que en un futuro no muy lejano, es muy probable que el contenido más periodístico sea producido por ordenadores”. Esta afirmación fue expresada hace un año por Christer Clerwall, profesor de comunicación en la universidad sueca de Karlstad. Clerwall llevó a cabo un estudio en el que pidió a sus alumnos que calificaran dos noticias sin saber cuál había sido generada por una máquina y cuál por un humano. El resultado fue que muchos de los estudiantes fueron incapaces de identificar al creador de cada artículo.
Algunos medios de comunicación ya trabajan con algoritmos capaces de seleccionar informaciones e incluso generar artículos e informes periodísticos de gran calidad. “The Guardian” lanzó hace algo más de un año el periódico impreso “The Long Good Read”, cuyas noticias selecciona un robot. Desde el verano pasado, la compañía Automated Insights puso su tecnología al servicio de la agencia Associated Press para elaborar los resultados trimestrales de las empresas de Wall Street. Gracias al programa Wordsmith, su producción ha pasado de 300 a 3.000 artículos. Yahoo también se ha valido de este algoritmo para proporcionar a sus usuarios informes sobre el campeonato de fútbol americano. Finalmente, el software Quill de la empresa Narrative Science escribe artículos a partir de datos económicos o deportivos de los que se benefician compañías como Forbes.
Estamos, pues, ante una auténtica revolución que, junto a la realidad virtual, los drones o el Internet de las Cosas, modificará la manera de trabajar de las redacciones. Pero este gran avance viene acompañado del resurgimiento de viejos temores que nos retrotraen a la revolución industrial, cuando la aparición de las máquinas trajo consigo la destrucción de empleos.
Los expertos que prestan estos servicios quieren aclarar que estos escritores-robot no han nacido con la finalidad de sustituir a los humanos en la elaboración de noticias, sino para ayudarles a realizar el trabajo más pesado. James Kotecki, de Automated Insights, asegura que Wordsmith sería como una especie de asistente del redactor que se dedica a la recopilación y análisis de montañas de datos, informa “Gizmag”. Gracias a este trabajo, las redacciones podrán ofrecer a sus lectores millones de historias personalizadas, mientras que con el viejo modelo se elabora un solo artículo esperando que interese a muchos usuarios.
Los investigadores en Inteligencia Artificial se encuentran también desarrollando algoritmos que puedan producir libros completos. Fred Zimmerman, CEO de Nimble Books, lanzó un servicio en 2012 llamado PageKicker que está siendo revisado para ofrecer una versión mejorada que permita generar libros algorítmicos que se actualicen cuando aparezca nuevo material.
Marcos Riedl se dedica a enseñar a los ordenadores a contar mejores historias, sobre todo en el mundo virtual de los videojuegos. Pero en este terreno es más fácil trabajar con historias generadas algorítmicamente porque es un espacio acotado. El problema llega cuando nos encontramos en el mundo real, en continuo cambio e incomprensible. “Ahí es cuando nuestros sistemas informáticos tienden a fallar”, asegura Riedl. Esto es lo que ocurre también con campos abstractos como puede ser el arte. Hay un proyecto europeo en marcha, el What-if Machine, que tiene como objetivo enseñar a los ordenadores a comprender el humor o las metáforas y a generar sus propias ideas narrativas. ¿Será entonces cuando los periodistas debamos empezar a preocuparnos?