Gran parte de los medios de comunicación en todo el mundo se convirtieron en poderosos instrumentos para promocionar o defenestrar a los políticos. El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, es un excelente caso para analizar esta problemática: protegido por los medios oficialistas y atacado por los opositores, conjuga como pocos favoritismos y odios.
La ya desaparecida Gazeta Mercantil, periódico económico de referencia en Brasil y América Latina, contaba con un riguroso manual de estilo. Entre otras cosas, no permitía publicar citas bajo el rótulo “portavoz”, “fuente”, etc. Todas las declaraciones debían acreditarse con nombre y apellido. Tampoco se publicaban noticias no confirmadas, ni anteponiendo “supuesto, supuestamente”, a una afirmación. Quienes redactaron el manual defendían la idea de que el lector se queda con la afirmación, no con el potencial, sobre todo si el medio que la publica es de su confianza; y, en ese caso, el daño ya está hecho.
En esto debió pensar el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, cuando decidió demandar a La Patilla, El Nacional y Tal Cual por presunta infamia en su contra. Las cabeceras publicaron una versión del periódico conservador español ABC sobre la denuncia de quien fue su jefe de seguridad, el capitán de Corbeta Leamsy Salazar. Su antiguo empleado sostuvo que Cabello es presuntamente líder del "Cartel de los soles", organización delictiva dedicada al narcotráfico.
La acusación es de una tremenda gravedad, más allá de la simpatía o falta de ella que nos genere el sujeto de la información. Si bien es cierto que en este caso hay una persona a la que se le puede pedir explicaciones – y pruebas – en un tribunal, no menos cierto es que la sombra de sospecha, hasta que no se resuelva o confirme la acusación, cubrirá al personaje en cuestión.
Por su parte, el periodista y analista político, José Vicente Rangel, señaló que la posición partidista que adoptaron algunos medios de comunicación en Venezuela al adoptar políticas editoriales para hacer campañas que tienen como objetivos agredir a ciudadanos o instituciones, pierden respeto, credibilidad y autoridad.
"Cuando actúan de esa manera (los medios de comunicación) pierden legitimidad, pierden respetabilidad, pierden autoridad. Se convierten en instrumento de venganza, en difusores de odio. Es lo que hoy pasa en Venezuela, donde ciertos medios de comunicación se han convertido en partidos ", dijo al inicio de su programa dominical José Vicente Hoy, que transmite Televen. Lo que no dijo Rangel es que la prensa que apoya al gobierno también está sospechada de falta de objetividad y rigor informativo.
Lo correcto y deseable sería que los medios dejasen a un lado los favores partidistas, y se centren en la información veraz y en el análisis. Tanto en Latinoamérica como en el resto del mundo. Se trata, en definitiva, de volver a los orígenes.