¿Hay secretos o reglas para tener las mejores relaciones en los negocios y en la vida? Ciertamente podemos hacer referencia a algunas que son básicas. Pero hay dos preguntas que nos hacemos casi todo el mundo: ¿por qué tenemos “química” con algunas personas y con otras no?; ¿en realidad podríamos conectar a la primera (tener buena química) con todo ser humano que se nos ponga delante? La cuestión es saber primero si esto es posible, para en caso de serlo, ver qué necesitamos hacer.
Estos autores tienen una posición al respecto: en cuanto a la primera pregunta de si es posible conectar bien con todo el mundo, la respuesta es que no. Pero tiene un “pequeño” matiz: lo que sí puede hacerse, es que incluso con las personas que menos atractivo (química) de personalidad tienen para nosotros, al menos en parte, podemos mejorar la relación. Y esto es lo importante. En cuanto a la segunda cuestión, la doctrina actual es bastante amplia en cuanto a la forma de mejorar las relaciones interpersonales y la importancia que ello tiene en la vida de las organizaciones.
Pero por más que nuestros colegas se empeñen en dar reglas para la mejora, de las cuales en gran parte estamos de acuerdo, ya que siempre es mejorable nuestra actitud hacia los demás, lo que no creemos es que en situaciones en las que hay que “forzar mucho la máquina” para comulgar con una personalidad variable, desagradable y poco fiable, dichos consejos pueden ser finalmente de utilidad. A veces, esto queda demostrado en pocos minutos en una conversación informal mientras se toma un café.
Pero sí estamos persuadidos y coincidimos con el resto de la doctrina, que igualmente se puede hacer un esfuerzo en construir mejores relaciones con los demás, pero como toda labor seria debe ser paulatina, un auténtico proceso en poder influenciar con nuestra actitud el cambio de estilo de personalidad de esas personas aunque sólo sea en el momento que se relacionan con nosotros.
Este es un elemento que ocurre con más frecuencia de la que pueda suponerse, por ejemplo, y siguiendo con esas personalidades con las que nuestra química es más bien inflamable, puede ocurrir que al saber esta persona que tenemos la confianza de la dirección y que somos uno de esos responsables en la organización que se consideran claves en la relación con clientes, es evidente que por poca química que pueda tenerse entre las dos partes, la respuesta automática de nuestro especial oponente sufrirá una mejora porque sabe que no es conveniente polemizar con nosotros. Sí señores lectores: también en estos casos el problema se reduce a una cuestión de poder.
Continuando con nuestro ejemplo, cuanto más poder tengamos y se sepa que contamos con el respaldo de equipos y dirección, menos proclive estará esta persona en “buscarnos las pulgas” y nos tratará con frialdad pero respeto. Ahora bien, su personalidad con el resto, seguirá siendo la misma.
De ahí que los mandos intermedios con responsabilidad de gente a cargo, en aras de la cohesión de sus equipos, no quieren tener entre sus filas a gente que es potencialmente conflictiva en ese grupo de trabajo, porque el jefe sabe muy bien con qué personas no hay química alguna. Por tanto, ante la pregunta de qué se puede hacer en estos casos, la respuesta está en la capacidad de liderazgo para ordenar las tareas y responsabilidades evitando que haya enfrentamientos y sólo en reuniones de equipo manifestar cada uno de los integrantes su posición respecto a las tareas que tienen asignadas, pero desde ángulos colaborativos y no conflictivos. Queramos o no, la química en estos ejemplos que hemos dado, mejora siempre por la influencia externa y el buen liderazgo, que por la propia naturaleza y actitud de las personas en pugna.
Aclaremos además, que la pugna puede ser pasiva, porque sencillamente no se hablan más que lo necesario por las tareas en común que tengan entre manos. Enfrían el ambiente pero de ahí no pasa. La mano derecha e izquierda del líder de equipo es fundamental. Pero cuando la pugna se activa (se funde un fusible a veces por la cuestión más nimia), surge el conflicto que podrá ser neutralizado cuánta mejor capacidad demostremos (si somos la parte buena de este ejemplo) de empatía y de mejorar aunque nos cueste, la química de la relación, por varias vías:
1º) Demostrar interés en la otra persona
Todo el mundo siempre tiene algo que ofrecer. La cuestión es que al ritmo que vivimos, especialmente en el puesto de trabajo, poco proclives somos a querer saber qué es lo que esa persona puede darnos en beneficio de nuestro entendimiento y mejora de nuestra relación.
A veces, cuando llegamos a conocer alguna cosa de la vida de otro compañero con el cual precisamente no tenemos esa química, podemos mejorar la relación sin esfuerzo de nuestra parte, porque sencillamente nos ha impresionado conocer su historia. Es el caso de una persona que en una empresa había estado sometido a un proceso de desintoxicación por alcoholismo y justamente se operó un cambio sustancial en su actitud hacia los demás, pero con el agregado de que como agradecimiento a su proceso de eliminación de la adicción, dedica gratuitamente tres días de semana a grupos de apoyo de personas con problemas de adicción a alcohol y drogas en el centro en el cual él fue curado.
2º) Buscar lugares comunes
De la misma manera que cuando dos personas se conocen por primera vez y comentan cosas de la vida (estudios, deportes, aficiones, etc.), puede que tengan más o menos química, pero es seguro que esos lugares comunes incrementan las ganas de querer saber más del otro.
Cuando queremos que los demás sientan también como nosotros, esa especial empatía con la gente, con algunas personas con las que la química no está funcionando, buscar esos lugares comunes que surgen en cualquier encuentro de dos personas que demuestran un interés recíproco, será un buen conductor de energía positiva que ayudará a que la actitud de la otra parte sea mejorable.
En el caso de que exista un común denominador real, universidad a la que han asistido, deporte que practican, etc., la conectividad será automática y cada día que pasa la química mejorará.
3º) Escuche al otro en vez de a Ud. mismo.
La clave para bloquear cualquier relación que va por mal camino, debido a esta falta de conexión, es invitarla a que exprese su opinión. Dejar un espacio libre para que se exprese, lo que opina por un lado y los sentimientos por otro. La mayoría de la gente está esperando que la otra persona termine para que puedan decir su parte. Escuchar y mostrar interés, incrementando su capacidad de atención a los demás, es elevar sustancialmente el respeto que se siente por nuestros semejantes. Y esto, la gente lo percibe. Sabe que se le escucha y se le respeta.
Muchos de los problemas de química, por tanto, traen aparejada una mala comunicación y ésta es esencial en el buen desarrollo de las tareas y la consecución de objetivos en una organización.
Por tanto, un líder debe saber sobrellevar la falta de química con las herramientas anteriormente apuntadas, técnicas sencillas que superan las barreras del comportamiento insano e impropio de los equipos de trabajo.
José Luis Zunni. Director de ECOFIN.es, coordinador de la División de Análisis de ECOFIN, del Blog de Mangement & Leadership y del Blog ECOFIN Business Schools. Junta Directiva de Governance2014. Coordinador académico de e Latam. Profesor de la EEN (Escuela Europea de Negocios).
Eduardo Rebollada Casado, miembro de la Junta Directiva de Governance2014 y co- autor con José Luis Zunni de más de 200 artículos de Management y liderazgo en la EEN (Escuela Europea de Negocios) y colaborador del Blog Management & Liderazgo de ECOFIN.