“The Washington Post” ha anunciado en su web que proporcionará a las publicaciones de las universidades de Maryland y Columbia las herramientas digitales que el “Post” utiliza, incluyendo PageBuilder, el software en desarrollo que permite a los periodistas crear páginas modernas y de rápida descarga.
Esta plataforma, de fácil uso y atractivo estético, está siendo desarrollada por un grupo de ingenieros. “Necesitamos un software que esté a la vanguardia de la tecnología en los medios de comunicación; no lo hemos encontrado, por lo que lo estamos construyendo”, confirmó a “Poynter” Gregory Franczyk, uno de sus desarrolladores.
Franczyk añadió que actualmente el “Post” está trabajando en una aplicación llamada “Storybuilder” que va a ser el editor de textos de próxima generación del periódico. Entre sus características están la posibilidad de realizar comentarios online para editores, la colaboración en tiempo real o previsualizaciones de las historias, tanto para móviles como para la web. También están buscando una solución de gestión de fotos y vídeos.
Aunque en principio iba a ser una plataforma de uso interno, es posible que se ponga a disposición de otras organizaciones de noticias a través de una combinación de código abierto y suscripción. Por el momento, serán los periódicos estudiantiles “Daily Spectator” y “Diamondback” los que comiencen a utilizar el nuevo software. De este modo, asegura “Poynter”, el diario prueba esta tecnología en un ambiente de bajo riesgo: en publicaciones en las que el tráfico y la producción de contenidos diarios son reducidos.
El editor del “Daily Spectator”, Abby Abrams, ha señalado que gracias al acceso a las herramientas del “Post”, a partir de ahora podrán incorporar vídeos, gráficos y contenidos multimedia “que mejorarán nuestra narración”. Steven Lau, jefe de redacción, añade que “PageBuilder” ha permitido al periódico centrarse en las historias sin tener que preocuparse por la tecnología.
“The Washington Post” está en conversaciones para ampliar su programa de prueba a otras universidades que ya han mostrado su interés por una plataforma llamada a “crear experiencias de usuario que ni siquiera hemos imaginado”, sentencia Franczyk.