“Hasta acá llegamos”. No sería extraño que este pensamiento se le cruzara a Carlos Slim cuando vio, seguramente con estupor y sorpresa, que las reformas a favor de la competencia prometidas por el actual presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, iban en serio. De hecho, los negocios en México de este hombre que suele encabezar el listado de los más ricos del mundo de la revista Fortune, comenzaron a mostrar cierta fatiga, reflejada en su curva de ingresos.
Lo cierto es que al político, considerado en campaña el “hombre de Televisa”, no le tembló el pulso a la hora de proponer modificaciones legislativas que van en contra de los intereses de la poderosa cadena de televisión y del magnate de las telecomunicaciones.
Así las cosas, el martes pasado sucedió lo impensable años atrás, y no estamos haciendo referencia a la terrible tunda que Alemania le aplicara a Brasil en Belo Horizonte, sino al anuncio de América Móvil en el que hacía pública su decisión de vender parte de sus activos para reducir su cuota en el mercado de telecomunicaciones de México, a fin de evitar la etiqueta de jugador preponderante – controla el 70% de la telefonía móvil y el 80% de los teléfonos fijos -, y eludir de esa manera las restricciones que le impiden ofrecer nuevos servicios.
Esta decisión sin duda provocará un verdadero terremoto en el sector de las telcos porque además del adelgazamiento del gigante, con la pérdida de fuerza que conlleva, se colocará en el mercado importantes activos para su venta. Aunque todavía no se sabe cuáles serán las oficinas que verán en sus portales el cartel “For Sale”, la compañía dijo que planea vender activos hasta reducir a menos del 50% su participación en el negocio.
América Móvil no precisó qué activos piensa vender, y menos aún quién podría ser el comprador. Sí destacó, en cambio, que favorecerá a algún nuevo operador independiente de América Móvil, fuerte, con experiencia en el sector de las telecomunicaciones, y que la operación se hará a precios de mercado. Y no estamos hablando de un puñado de dólares.
Los analistas calculan que América Móvil deberá desprenderse de un 30% de su cuota. A esta porción de la tarta se la cuantifica en 20 mil millones de dólares, esto es, el 1,3% del PIB de México o el 2% del de España, país del que procede Telefónica, su principal rival en la región. Números mayores que a su vez pueden dar una primera pista sobre quien puede ser el comprador. Estos mismos expertos buscan entre sus archivos una compañía extranjera con interés en el mercado mexicano. ¿Por qué extranjera? Ninguna empresa mexicana puede asumir semejante inversión, reflexionan.
Tampoco a nadie se le escapa que este retroceso en el sector de las telecomunicaciones le puede significar a América Móvil el ingreso en el negocio de la televisión de pago, un viejo, y restringido, anhelo de Slim.
Y puestos a especular, ya que consumada la venta habrá dinero para ese ejercicio mental, ¿apostará Slim parte de esos miles de millones de dólares en España, territorio donde manda Telefónica?
Ese partido sí que nadie se lo querrá perder.
Si (
No(
