Algunos pequeños editores de provincias, de diarios locales, se frotan las manos con la nueva ley de propiedad intelectual que Moncloa prepara para contentar a los de AEDE. Y no saben que ese Canon AEDE, llamado Tasa Google, o sablazo que el Gobierno quiere legalizar a los buscadores, sólo se repartirá a los grandes, para que sus terceras plantas nobles, de esos edificios ruinosos, continúen con el status de grandes empresarios, coches oficiales, chóferes, dietas, viajes en aviones privados... y llenen sus redacciones de becarios y periodistas con salario mínimo.
Porque parece que Cedro se encargará de repartir algunos millones de euros al mes. Pero claro, en función de las impresiones que cada uno justifique. Y los grandes aparte de que tienen millones de impresiones mensuales, muchos millones, desde siempre han tenido acceso a comprar visitas. Si, porque hay un mercado de venta de visitas. De millones de visitas. En Estados Unidos se tiene la convicción de que las falsas visitas suponen el cincuenta y cinco por ciento del tráfico. Y eso lo saben los anunciantes, y por eso intentan pagar menos por el CPM, porque los datos que reflejan sus soportes son falsos. En Europa parece que los alemanes han detectado igual práctica y más de una campaña ha tenido que ser retornada por el fraude.
Pues bien. Los grandes, desde siempre, han comprado visitas. El dinero recaudado de la llamada Tasa Google irá para los grandes, no se engañen, y si acaso una derrama de miseria se repartirá entre cientos de pequeños periódicos y revistas on-line.
Porque Moncloa implanta el atraco a los buscadores porque quiere calmar a los grandes: A El País, principalmente, a El Mundo, a ABC, La Vanguardia... Si a los que mandan en la AEDE. A los que los periódicos que tradicionalmente le han hecho la vida difícil al pepé. Porque de eso se trata. De que El País, El Mundo, perdonen al gobierno de Rajoy sus pecados. Para que no le saquen los colores. En El País, por ejemplo, la muñeca diabólica de La Moncloa es intocable. En El Mundo tres cuartos de lo mismo.
Pero aunque acaben imponiendo la tasa, que Google ya ha anunciado públicamente que no va a pagar, la ruina de los grandes es imparable. Como imparable es la deriva de los partidos de clase que en las próximas se van a dar un tortazo morrocotudo.