Los periódicos de Estados Unidos llevan 22 trimestres seguidos de disminución de ingresos publicitarios, a pesar de la que recesión económica terminó allí hace tres años. La pérdida de ingresos se acerca al 60% y los expertos más prestigiosos coinciden en señalar que continuará el descenso. Tiene razón Steve Gray cuando dice, en un extenso informe publicado en su blog por capítulos, que la industria de medios es como el canario en el pozo minero, es el primero en sufrir el impacto del terremoto que se cierne en el sistema global de información y conocimiento, la base de la nueva economía digital, que tiene muy poco que ver con la industrial analógica. Curiosamente, los medios siguen reflejando las vicisitudes de la economía que se está eclipsando y los asuntos de la mutación digital se publican casi como una curiosidad atípica, o se incluyen en secciones aparte. (El primer diario español da estas noticias en la sección de Pantallas, junto a las información de la programación televisiva, rizando el rizo del dislate).
En este contexto no es de extrañar que los directivos de medios españoles, con pocas excepciones, no parece que se hayan enterado que tiene los pies encima de una gran falla geológica y que tienen que dar un salto o se hundirán en poco tiempo. Y ya lo han perdido demasiado: la prensa patria está entre las más atrasadas de Europa en la inevitable transición digital. Claro que nuestros dirigentes políticos son en general bastante analfabetos digitales, como prueba el intento de imponer una tasa a Google por los contenidos que enlaza, una tontería que va a perjudicar a los editores a los que pretendidamente quieren ayudar. Lo práctico es lo que han hecho los franceses: sacarle a Google unos buenos millones de euros para una fundación destinada a acelerar la transición digital en el país vecino. No se pierdan las iniciativas de la ministra nacida en Corea y abandonada en la calle, adoptada por un matrimonio francés, que se encarga de Pymes y Sociedad Digital, con un presupuesto a su disposición acorde con la hercúlea tarea asignada. !Qué envidia!
La humanidad se informó por el boca a boca durante cerca de los 200.000 años que el Homo Sapiens lleva sobre el planeta. Hace 7.000 años llegó la escritura y el 1440 Gutenberg inauguró la revolución de la información. Hacia 1850 las rotativas de alta velocidad permitieron que casi todo el mundo pudiera comprar un periódico todos los días. La radio empezó en la década de los 20 y la TV en los 40 del pasado siglo. O sea que statu quo de los medios tiene siglo y medio y agoniza. Tan solo fue un paréntesis. Hemos pasado casi sin darnos cuenta de la información escasa y cara, donde unos pocos actores -grupos de prensa, emisoras, productoras, etc.- proporcionaban a una masa de consumidores un producto costoso de realizar, a la información casi infinita a coste ínfimo, porque cualquiera se puede convertir en emisor de información global a coste ridículo.
Internet solo tiene 20 años, pero está alcanzando una masa crítica a nivel planetario. Los efectos sobre los medios de comunicación están siendo devastadores. También sobre negocios de información derivados, como las Páginas Amarillas, que no han sabido reconvertirse. La radio y la TV aguardan su turno, cuando el ancho de banda crezca y se abarate. Hemos entrado en la era de los medios infinitos.
En EEUU, el público que lee periódicos o revistas disminuye a un ritmo del 3% anual y se está acelerando. Allí Facebook tiene más visitas que todos los medios tradicionales juntos. La gente lee y comparte las noticias en las redes, en Google, en YouTube, en Yahoo...
El concepto mismo de noticia, la base del periodismo industrial, está mutando. Y la publicidad. Y los negocios intensivos en información y conocimiento. Por ejemplo, la banca y las finanzas. (Parece que aquí solo lo ha entendido Francisco González del BBVA y pocos más).
En España, las burbujas, como la del ladrillo, las hacemos más a lo bestia que nadie. Por eso tenemos tres diarios de economía y llegó a haber cinco. Solo hay sitio para uno como mucho y totalmente cambiado de como se hacen ahora. (¿Tiene sentido imprimir cotizaciones si no lo tiene ni imprimir noticias?). Y han sitio, temporal, para dos diarios nacionales. Y los diarios empezarán a dejar de ser diarios, para concentrar la oferta en el fin de semana y poco más. Y más caros. Y distintos. Y con redacciones externalizadas en parte o totalmente. Y una galaxia de periodistas especializados trabajando como autónomos para diversos clientes. ¿Cuándo van a comenzar a hacer los deberes de verdad?