¿Para qué sirven las redes sociales? Con esta pregunta arrancó el diálogo de iRedes dedicado al papel de los medios sociales en el cine y la literatura. El director Rodrigo Cortés reconoció que no sabe para qué sirve una red como Twitter, a la que él llegó incitado por Warner para promocionar su exitoso film “Buried”. En cambio, el escritor Juan Gómez-Jurado considera que la pregunta más bien sería para qué no sirven las redes sociales, ya que de Twitter se pueden hacer tantos usos como personas existen.
En lo que ambos mostraron su acuerdo es en el enfoque que la industria debe adoptar frente a ellas. Cortés considera que como estas redes son endogámicas, no se puede realizar una asociación automática con el mundo real: más followers no se traduce en más ventas de libros o entradas de cine. Por lo tanto, aunque su productora quiso hacer de él un hombre-anuncio, él decidió aprovechar el potencial de este medio para convertir su cuenta de Twitter en un arma creativa. Este trabajo ha derivado en un libro, “A las 3 son las 2”, en el que realiza una recopilación de sus mejores tuits. “Es un error considerar Twitter como una herramienta de venta. Es más una herramienta de expresividad que puedes canalizar o haciendo microliteratura como Rodrigo o poniendo a parir a algún ministro como hago yo”, añade Gómez-Jurado.
Los dos ponentes tienen una relación con Internet muy especial e incluso difícil de entender para otros creadores. Decisiones como la de Gómez-Jurado de colgar dos obras en la web para su libre descarga no es aplaudida por todos sus compañeros. Aunque él considera que ser uno de los novelistas más vendidos es consecuencia directa de este tipo de iniciativas. En el caso de Cortés, algunos de sus films pueden verse al completo en YouTube. El director reconoce que aún no se ha producido un debate honesto sobre este tema, en el que los bandos se dividen entre los que defienden el gratis total y a los que les gustaría que el gobierno obligara a la población a ver sus películas y que pagaran la mayor cantidad de dinero posible por ellas.
Durante la charla, los ponentes también dieron su opinión sobre la eterna discusión “e-book vs papel”. Para Cortés, estamos ante otro falso dilema. No podemos pensar que una cosa debe excluir a la otra. Es cierto que el cerebro se enfrenta de manera distinta al papel que a la pantalla pero, aunque al principio ante un dispositivo se produce una disociación extraña, “a partir de las primeras 15 páginas, lo único que queda es una comunicación directa entre el escritor y el lector. Se rompe cualquier tipo de barrera y lo que hay es una inmersión absoluta”. Gómez-Jurado añade que “lo que nos ha aportado el libro electrónico es una multidispositividad”. Puedes leer desde tu Kindle, desde el móvil con su aplicación, en el iPad… Los dispositivos sincronizados multiplican nuestros momentos de lectura.