El viernes por la noche, los accionistas del diario “Libération” sorprendieron a la industria periodística gala con la presentación de un plan para transformar el periódico en “una red social, creadora de contenidos, monetizables en una amplia gama de soportes multimedia (impresión, vídeo, TV, digital, foros, eventos, radio, etc)”.
Bruno Ledoux, Edouard de Rothschild y el grupo italiano Ersel, actuales accionistas, declararon su intención de cambiar el rumbo del diario tras ver cómo las ventas del papel caen en picado y el futuro del grupo está en peligro.
La conversión en red social, según Ledoux, sería la única solución viable para “Libération” en estos momentos. A su juicio, para que el diario pueda continuar su viaje, la sede del periódico debe transformarse “en un espacio cultural y de conferencias, con un plató de televisión, un estudio de radio, una redacción digital, un restaurante, un bar, una incubadora de start-up, en definitiva, un lugar de intercambio abierto y accesible a todos: periodistas, artistas, escritores, filósofos, políticos y diseñadores”.
La reacción de los trabajadores no se hizo esperar. El sábado, la redacción publicaba un contundente titular en portada en respuesta a las intenciones de los accionistas. “Somos un periódico” rezaba el texto, junto a una negativa a ser considerados cualquier otra cosa que no sea un medio periodístico y explicando su punto de vista en cinco páginas interiores. En ellas, destaca un editorial en el que los trabajadores aseguran que de seguir adelante con este proyecto, “Libération” se convertiría “en una simple marca” y califican de “insulto” este planteamiento.
Los periodistas consideran que los responsables del rotativo no han sido capaces de ofrecer una propuesta de futuro seria y se muestran indignados tras conocer el contenido de un email de Ledoux filtrado a la prensa en el que tachaba a los trabajadores de “anticuados y de mentalidad cerrada”. “Si los empleados se niegan (al cambio), Libération no tiene futuro”, declara.
Los periodistas volvieron a responder al empresario, asegurando que ellos no se cierran sólo a la publicación en papel y que ya son algo más que un periódico impreso, como así atestiguan los más de 3’6 millones de visitantes mensuales que registra su web, los podcasts grabados en su estudio, los vídeos producidos o los foros y debates organizados desde hace años, además de sus 700.000 seguidores en Twitter. “La diversificación no es algo malo para nosotros. Es parte de nuestro ADN”, recuerdan.
“Libération” busca desesperadamente nuevos inversores ante la negativa de los actuales de inyectar más dinero a la compañía. El periódico registró el pasado noviembre su peor resultado en quince años, con una tirada inferior a los 100.000 ejemplares. Ante una situación financiera tan alarmante, la plantilla del rotativo se reunió el fin de semana con François Hollande, al que expresaron sus dudas sobre la solidez financiera de los actuales dueños.
La brecha abierta entre la plantilla del periódico y sus accionistas es cada vez mayor. Los trabajadores fueron a la huelga el jueves pasado para reclamar de nuevo la salida de los directivos Philippe Nicolas y Nicolas Demorand, aunque volvieron al trabajo el viernes con la intención de dejar clara su postura ante esta crisis. La sombra de otra huelga planeaba para el domingo, sin embargo finalmente la plantilla ha preferido seguir escribiendo para poner al día a sus lectores sobre la situación del conflicto. "Nuestra única arma es informar", han declarado.
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