Europa es un continente muy cinéfilo, un 97% de los europeos va al cine, pero la mayoría lo hace de forma esporádica. Casi el 70% de los europeos sacia esta afición descargándose películas, de manera ilegal o pagando. Todo se explica, mucha gente no tiene cines cerca de casa, y la cartelera no es tan variada y atractiva como para hacer el esfuerzo de ir a una sala y pagar. El modo más rápido, fácil y barato de ver cine es hacerlo en el ordenador, el smartphone o la tableta. Lo confirma un estudio de la Comisión Europea realizado en diez países.
El consumo de cine mediante la descarga de películas alcanza al 68% de la población, y un 55% ve películas gratuitas online por el ordenador o en un dispositivo móvil. Esta tendencia dificulta la supervivencia de las salas de cine, si no se arbitra otro modelo de negocio con precios mas baratos. Un un porcentaje significativo de espectadores sitúa el precio como una invitación a la descarga, aunque sea ilegal, y un motivo para no ir al cine. Quienes se descargan más películas son los jóvenes, urbanos y con formación, que se declaran frustrados por el coste y la escasa variedad de la oferta legal.
Para intentar revertir tan desolador panorama, la Unión Europea acaba de lanzar el programa de ayuda al cine Europa Creativa, con un presupuesto de 1.460 millones de euros a desembolsar durante siete años. Quiere aumentar la demanda de películas y la distribución transfronteriza. Es la continuación del programa Cultura y MEDIA que ha durado 20 años, y ha realizado cine de calidad que apenas es visto en las salas de pago. O se, un fracaso.
Los cineastas europeos no consiguen la penetración esperada en el mercado pese a las ayudas públicas a la realización y la distribución. El mal que creíamos español está extendido por toda Europa. La Comisión Europea afirma que en el viejo continente se realizan muchas películas y de calidad, más de mil anuales, que no captan nuevos públicos. Las películas apenas traspasan fronteras dentro de la U.E., los esfuerzos de Bruselas por hacer un cine verdaderamente europeo y de consumo masivo han fracasado.
El estudio revela que los espectadores europeos aprecian los valores de su cine, que ayuda a pensar y es original, pero lo ven lento y pesado. Lo dicen unos espectadores con un alto nivel de exigencia, el 24% son nativos digitales cinéfilos, y otro 22% son amantes del cine independiente. Solo el 16% busca cine comercial de éxito, tipo superproducciones con calidad solo en la factura, y un 21% son espectadores ocasionales de éxitos de taquilla.