La medición del mundo y la medida del mundo

Por ello, como es costumbre en estos autores, damos una vuelta más de tuerca al argumento que esboza García Martín y daremos réplica a través de nuestra visión, pero entrando a comprender el mundo desde la óptica de dos autores: el alemán Daniel Kehlmann, con su obra “La medición del mundo” y el francés, Denis Guedj, con “La medida del mundo”.

Ambos nos recrean hechos histórico-científicos, haciendo Kehlmann un brillante análisis sobre las vidas del matemático Carl Friedrich Gauss y el geógrafo Alexander von Humboldt, ambos alemanes; en cambio Guedj se esfuerza también de manera excelente en explicar las vicisitudes del proyecto cuyo objetivo era medir con exactitud un arco de meridiano terrestre, a partir del cual se pudiese obtener una unidad de longitud universal para toda la humanidad: el metro y que derivaría en el sistema métrico decimal.

En el caso de Friedrich Wilhelm Heinrich Alexander Freiherr von Humboldt (1769 - 1859), fue un científico, geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador casi un idealista, que recorrió gran parte del mundo conocido de la época, las selvas del Orinoco, Asia Central, Estados Unidos, gran parte de Sudamérica, midiendo distancias y alturas, probando venenos y enfrentándose a tribus salvajes que jamás habían visto a un hombre occidental, y se le considera el “Padre de la Geografía Moderna Universal".

Johann Carl Friedrich Gauss (1777 – 1855), que fue matemático, astrónomo, geodesta y físico, considerado como uno de los matemáticos y científicos más importantes de la historia, dejó una contribución decisiva en campos como la teoría de números, el análisis matemático, la geometría diferencial, la estadística, el álgebra, la geodesia, el magnetismo y la óptica.

Para llegar al metro que hoy es nuestra medida universal, se tomó el meridiano de París, ajustando a fondo la línea imaginaria entre Dunkerque y Barcelona, de manera tal que dada la gran precisión obtenida en esta medición, dividiendo el meridiano en 40.000.000 partes, surgió en 1798 el metro.

¿Pero en dónde nos encontramos hoy, si nos miramos en los sueños de estos precursores científicos? Sencillamente en la cuneta.

Hemos denunciado y lo seguiremos haciendo, una absoluta falta de liderazgo en la clase política que ha tumbado los sueños de una generación, por no decir los de muchos abuelos que ven cómo sus nietos se embarcan (nunca mejor dicho) hacia otras latitudes porque en España no hay trabajo. Los políticos son los “rompedores” de sueños, porque a la realidad que ya de por sí es tozuda, la retuercen más por sus intereses partidistas, cuando no otras cuestiones de dudosa legalidad.

Rubén García Martín pone la voz en pecho para pedir, así de simple, que nos levantemos y hagamos de nuestros sueños, incluso con grandes sacrificios, el único camino posible para levantar este país.

Coincidimos contigo Rubén, pero hemos querido hacer también nuestro desiderátum, dejando por un día nuestros aportes en materia de Management y liderazgo, porque lo que realmente importa, es el liderazgo de nuestra propia especie, ese que está perdido en un gran desierto de la ignominia, por los intereses espurios y por la falta de patriotismo.

Aquel patriotismo del siglo XVIII que el único objetivo que movía a los hombres de ciencia de aquella época, era conocer mejor nuestro mundo. De ahí su afán de medirlo. Pero vaya paradoja del destino: ahora podemos ver una casa en una calle de una ciudad como Osaka, Japón, o saber exactamente en qué posición (latitud y meridiano) nos encontramos en este momento, pero no podemos medir ni siquiera mejorar las sensaciones de satisfacción, felicidad, bienestar de una gran mayoría de población, tanto en el caso español, como en el mundo en general, porque los políticos se han ocupado de que ahí ya no se mida.

Que la medida del PIB per cápita o nivel de inflación, son tan vagos como inútiles han sido para poder eliminar cuestiones tan básica como la desnutrición infantil.

Cuando un partido como el Partido Popular se reúne durante tres días para hablar de unidad y que no hay fisuras internas, cuando las evidencias recogen otra cosa, es que no tienen ideas, lo que es preocupante porque entonces poco queda en el intelecto de los políticos para “medir nuestro mundo” y dar respuesta a los ciudadanos que están pasándolo mal (algunos, auténticos sacrificios). Como los que Humboldt pasara en las selvas del Orinoco, pero con la diferencia que el gran científico alemán intuía que su contribución para la civilización era importantísima. Sus sueños estaban encaminados a que el hombre como especie mejorara, al conocer mejor nuestro hábitat, nuestra casa común “la tierra”.

Nuevamente la paradoja, que hemos descrito en más de una ocasión en artículos anteriores, del “determinismo tecnológico”, que cuanta más tecnología tiene a disposición la sociedad, el hombre se encuentra más aislado y dependiente de la misma. Así es fácil conducirlo a nuestras particulares peripecias selváticas, aunque no transitemos por el Orinoco, pero bastante se parece en cuanto a sacrificio social presente.

Estamos seguros que Rubén García Martín ha tenido la honradez intelectual y el buen tino, de que a pesar de conocer la tremenda dificultad que tiene la sociedad actualmente, especialmente los jóvenes, ha querido inyectar una corriente de optimismo, más diríamos, una especie de “empowerment” para que en clara referencia “bíblica” podamos decirle a todas y todos: “levántense y caminen”.

Nos sumamos a esta aspiración de Rubén García Martín, pero mantenemos alta la nuestra, ésta que denunciamos una y otra vez, que ya está bien de que el mundo de la política esté en manos de incompetentes y trasnochados.

Ayer veíamos cómo una presidenta de una Comunidad Autónoma visitaba a otro presidente de otra. Ni Susana Díez ni Artur Más tienen la mínima intención de medir un meridiano terrestre, porque el sacrificio no se entiende en la casta política. Porque si hubiesen estado, tanto estos dos políticos, como los del fin de semana en la Convención de Valladolid, en las selvas del Orinoco, no creemos que hubiesen encontrado el camino de salida, como tampoco lo encuentran hoy.

Nos faltan…y lo sabemos pero hay que tener coraje y decirlo…más Humboldts, más Gauss…y también que aflore otro Copérnico y otro Colón, para que haya nuevos descubrimientos, ya no de medición de nuestro mundo geográfico físico, sino del nuestro interior, nuestro gran espacio intelectual y mental. Necesitamos una clase política que sepa medir “el alma de los ciudadanos”, que redescubran aquel meridiano que nos condujo a nuestra medida universal del metro.

Lamentablemente…y esto nos duele…no lo vemos factible a corto plazo.