1.-El centro del negocio serán los lectores, no los anunciantes. Esto tiene grandes consecuencias, pues el periodismo industrial de los últimos 70 años se ha basado en los anunciantes, que regaban con su dinero florecientes cabeceras con sus mastodónticas redacciones y grandes edificios. Tras la decisión estratégica de cambiar la preferencia vienen una cascada de pautas gerenciales. Significa periodismo más contundente, inversión masiva en potencia editorial, no despidos y recortes sin final. Significa menos guerra de Siria y más historias personales, sociológicamente relevantes. Está claro por dónde van los tiros: otras de las inversiones de Bezos, otro éxito en ascenso: la web de información de todo tipo, mezclando brillantes análisis con temas ligeros, virales, visuales, etc.: Business Insider.
2.-No le gustan los muros de pago. El “Post” es famoso por su periodismo de investigación, que necesita muchos recursos, tiempo y un gran esfuerzo. ¿“De que sirve –dice Bezos- poner tras un muro de pago el resultado de nuestro trabajo si cualquier agregador puede inmediatamente resumir el trabajo y ponerlo gratis en la red”? Hay que innovar sin pausa, sin líneas rojas, prueba y error, sin prisas, sin ponernos nerviosos con la cuenta de resultados. Fracasaremos varias veces, tardaremos bastante tiempo, la colaboración de todos es imprescindible.
El 30 de septiembre se espera la aparición de una nueva generación del lector digital de Amazon, el ya célebre Kindle. “Lo que encontramos es que cuando la gente compra un Kindle al final leen cuatro veces más de lo que lo hicieron antes de tenerlo. Y no deja de comprar los libros en papel”, ha dicho Bezos. La nueva pantalla de lectura incorpora las funcionalidades sociales que le permiten la reciente compra de Goodreads, podrás ver lo que tus amigos están leyendo, compartir libros e incluso tarifas. Y todo por el mismo precio de 119 dólares. Algunos ya llaman al experimento del nuevo magnate en el prestigioso diaria de la capital de EEUU el “Kindle Post”.
Por fin alguien a la altura del desafío está al timón de la transición digital de los medios: Bezos ha comprado el “Washington Post” por 250 millones de dólares (un regalo para los Grahan y una ganga para Bezos) y tiene una fortuna personal que podría financiar las pérdidas del diario (54 millones el año pasado) durante 250 años, incluso si éstas se duplicaran. Pero lo más importante es que Jeff Brezos es un genio de la cultura empresarial digital y tiene una visión a largo plazo. Estamos entrando en la mejor época para los que amamos el periodismo.
En la mítica película de Orson Wells, Charles Foster Kane (“Citizan Kane”) le dice a su banquero: “tiene usted razón, este diario perdió el año pasado un millón de dólares. Espero perder un millón de dólares este año. Y espero perder otro millón el siguiente. A razón de un millón de dólares al año, voy a tener que cerrar este periódico en (sonríe) 60 años”. Pero ahí terminan las semejanzas ente el Ciudadano Kane y el Ciudadano Bezos. El segundo es muy improbable que termine cenando en una inmensa mesa solo con su mujer, cada uno en un extremo, leyendo sin mirarse. Bezos está casado con una novelista, inteligente y culta, que le ayudó en los tiempos difíciles, tienen cuatro hijos, uno de ellos una china adoptada. Se graduó “cum laude” en Priceton en Ciencias Informáticas e Ingeniería Electrónica, mientras el Kane de la ficción se deslizaba en la nieve con su trineo “Rosebud” gracias al dinero de su padre.
Jeff Bezos no parece que haya comprado el “Post” por filantropía, ni tan solo para influir en las esferas del poder en Washington con su nueva respetada y temida cabecera (pero eso también cuenta, claro, sobre todo cuando se está en plena batalla para impedir que se tasen con impuestos en EEUU el floreciente comercio electrónico. Solo por esto el dueño de Amazon ya ha hecho un gran negocio.). Bezos tiene una visión y un plan. Hay que tenerlo cuando tus padres te prestan 300.000 dólares como capital inicial para montar una librería On Line y soportar 16 años seguidos de pérdidas. Hoy Amazon vale en bolsa 136.000 millones de dólares, con un PER absolutamente disparatado que no parece influir en los inversores, porque saben que Bezos tiene una visión y un plan.
Bezos ha invertido en cosas aparentemente estrafalarias, como su famoso reloj con energía para 10.000 años enterrado en una montaña de Texas. Tal cosa supone capacidad para pensar a escala de civilización, que es lo que necesita ahora la humanidad para no quedarse sin civilización. Amazon no es una librería digital con una tableta de éxito, la Kindle, ni tampoco una tienda virtual, sino una posición dominante a nivel global en el “e-commerce”, en un momento en el que el comercio electrónico se dispone no ya a despegar, sino a trastocar radicalmente toda la distribución mayorista y minorista. Amazon es también una empresa absolutamente centrada en la estrategia de la “silla vacía”, la que con frecuencia deja el presidente en los consejos de administración para visualizar mejor al cliente. El cliente, sus gustos, su comunidad local o de intereses, su satisfacción, etc., es su guía. Y está obsesionado también por los costes, nadie en Amazon gana más de 171.000 dólares. “Tu margen es mi oportunidad”, ha dicho Bezos. No busca dejar a sus hijos un fortunón, sino un legado, un modelo, una historia para la historia. (Ya saben lo que dijo Buffet sobre su herencia para sus hijos: “dejar a tus hijos 50.000 millones de dólares no es una herencia, es una putada”.)
Bezos ha dicho que los periódicos impresos desaparecerán en 20 años como máximo. ¿Qué hará con el “Washington Post”, que aún saca el 50% por ciento de sus ingresos de la edición impresa? Probablemente cierre la imprenta, lo que nunca habrían hecho los Grahan, claro está: es una única forma de lanzar un mensaje claro a todos, de empezar a reinventar el negocio de los medios quemando las naves, como Cortés. La lógica financiera le trae sin cuidado. Si cierras el papel, tienes que cambiar radicalmente tus estructuras de costes, no puedes seguir teniendo 600 periodistas bien pagados en tu redacción. Y en eso Bezos es un especialista. Tal vez veremos la Kindle a precios irrisorios o gratuito para los lectores del “Post”. Bezos ha dicho que es inútil querer cobrar por la información, que es demasiado tarde para eso. Bien puede tener razón, pero especialmente si entendemos información por noticias, las “news” puras y duras, que son una “commodity” en la era digital. Otra cosa tal vez es la información de muy alto valor añadido, el análisis de los mejores expertos…
Casi en los mismos días, se ha sabido que el grupo del “New York Times” ha vendido el diario “Boston Globe”, que compró en 1993 por 1.100 millones de dólares al millonario propietario del equipo de beisbol de la ciudad, Jonh Henry, por…70 millones. La familia Sulzberger se ha apresurado a declarar que el “New Yort Times” no está en venta. Claro que es lo mismo que dijo la familia Bancroft poco antes de vender el “Wall Street Journal” a Murdoch…Los dueños y los capitanes al mando de esta industria que naufraga (los grandes periódicos norteamericanos han perdido globalmente hasta el 90% de su valor, dicen algunos expertos) tienden a las mismas recetas, a los mismos errores, a los mismas recortes cortoplacistas. Son como fabricantes de hielo que en vez de inventar el refrigerador intentan fabricar más hielo, más barato.
Está claro que los viejos magnates de la prensa y los medios de comunicación no están psicológicamente preparados para salvar sus imperios. El pensamiento del Este, del Valle del Silicio, mucho más pragmático, liberal o emprendedor, está barriendo a los emperadores que se hunden en sus barcos de papel. Bezos no tiene aún 50 años, los hombres como él son los que pueden crear un Netflix o un iTunes para el periodismo. Los periodistas que aún tenemos la pasión por esta profesión no debemos tener miedo al futuro, más bien tenemos que ponernos a la cabeza del cambio. Es la pasión la que ha presidido los grandes descubrimientos, los grandes cambios.
¿Donde están en Europa, los Bezos, los Jobs, los Gates, los Allen, etc.? Los necesitamos.