En una entrevista reciente a “The New York Times”, el creador de la exitosa serie “Downton Abbey”, Julian Fellowes, reconocía que “Internet ha reducido el mundo”. Su serie, emitida en Inglaterra y Estados Unidos, se ha visto perjudicada porque los capítulos no se han ofrecido de forma simultánea. Así, los americanos conocían desde Navidad el desenlace de la trama, debido a que los ingleses lo comentaron en las redes sociales. “Yo preferiría infinitamente que todos la viéramos juntos. El mundo es mucho más global. Así que estoy deseando que llegue el día en que esto cambie, y estoy seguro de que lo hará”.
“Financial Times” recoge en un artículo los nuevos desafíos a los que se enfrenta la televisión en la era digital, como el de evitar que se revele el contenido de una serie a través de las redes sociales o se comparta en páginas de descargas de archivos ilegales. Charlie Ergen, presidente de Dish Network, aseguró que “la gente robará si no se lo ponen fácil”.
Nadie quiere ser el último en enterarse de lo que ocurrirá en su serie favorita, por lo tanto, el espectador acaba pirateando temporadas enteras si en su país se emiten con mucho retraso, como es el caso de Australia. Telstra, el proveedor de banda ancha de este país, está probando fórmulas para ahogar el tráfico de las páginas de intercambio de archivos en su red.
Es evidente que los grandes magnates de la televisión están preocupados por estas prácticas, pero no es menos cierto que gracias a internet ha aumentado el consumo del formato vídeo, sobre todo desde que aparecieron los clips generados por los propios usuarios en YouTube. Pero Ooyala, la empresa de Silicon Valley que ofrece productos de tecnología de vídeo en línea y servicios, cree que, en estos momentos, los programas de televisión y las películas están creciendo mucho más rápido que los vídeos cortos.
A esto ayudan los distribuidores digitales como Amazon, que están aumentando las inversiones en programación original. Los Juegos Olímpicos también han sido un buen baremo para comprobar que los espectadores demandan eventos en directo en línea. “Estamos viendo que el formato de contenido regresa a la televisión, pero con un modelo de compromiso muy diferente”, dice Sean Knapp, de Ooyala.
El negocio de los vídeos online está en alza y su valor se estima que llegará a los 37.000 millones de dólares en 2017. YouTube está ensayando con suscripciones estilo cable para algunos de sus canales, con contenidos cada vez más profesionales. Sus ingresos por publicidad también están cobrando una importancia cada vez mayor. El año pasado aumentaron dos tercios.
Es evidente que los medios deben mejorar en varios aspectos: tasas de publicidad adecuadas al formato, atraer a suscriptores y no suscriptores que paguen por ver contenidos… La televisión convivirá con el vídeo digital, pero hay que adaptarse a los nuevos tiempos para evitar que los espectadores acudan a las descargas ilegales para acceder a esos programas. Ahora el televidente no es pasivo, no espera a que le ofrezcan los contenidos, los busca. Por ello, los magnates de los medios deben suministrarles lo que desean y ofrecérselo en tiempo real.