La asamblea que los trabajadores convocaron el mismo viernes, tras tres días de una huelga con gran seguimiento, rechazó la última propuesta de la empresa, que preveía la apertura de un período de adscripción voluntaria que contemplaba un plan de prejubilaciones para quienes tuvieran cumplidos los 58 años a 31 de diciembre de este año y otro de bajas incentivadas. La propuesta fue rechazada por 207 votos en contra, 137 a favor y 21 en blanco.
Al día siguiente fue cuando el comité anunció a los despedidos que estaban incluidos en la lista y el domingo la empresa se lo comunicó directamente por email con el siguiente mensaje, en el que ni siquiera aparecía el nombre del afectado:
Muy Sr. Nuestro:
Por medio de la presente le comunicamos que deberá Ud. personarse el próximo lunes 12 de noviembre en la notaría [...] a fin de notificarle y hacerle entrega de la carta de extinción de su contrato de trabajo, de acuerdo con lo establecido en el artículo 53.1 y el artículo 51. 2 y 4 del Estatuto de los Trabajadores, derivada del procedimiento de Despido colectivo por causas económicas, productivas y organizativas, iniciado el pasado 9 de octubre y registrado ante la Dirección General de Empleo con el número 544/12, que concluyó Sin Acuerdo con la representación legal de los trabajadores el jueves 8 de octubre de 2012.
Al mismo tiempo que le enviamos este correo le hemos remitido la misma información a su domicilio por burofax con acuse de recibo
Sin otro particular, le saluda atentamente [...]
En la lista del ERE figuran los nombres de periodistas de larga experiencia y reconocido prestigio que llevaban muchos años trabajando en “El País”. Es el caso de Ramón Lobo, Javier Valenzuela, Eduardo Rodrigálvarez, Miguel Ángel Martín Narrillos, José Yoldi, Julio M. Lázaro, Santiago Carcar o Miguel Ángel Villena. Junto a ellos, aparecen otros más jóvenes como Toño Fraguas (hijo de Forges), Miriam Lagoa, Eleonora Giovio, Manuel Cuéllar o Aitor Riveiro.
La propuesta del ERE ha sido ampliamente rechazada por la redacción de “El País” sobre todo por el hecho de que el presidente de Prisa, Juan Luis Cebrián, cobra 13 millones de euros anuales y argumentó que el ERE era necesario porque se había vivido “demasiado bien”. Aseguró, además, que la tercera edad del periodismo comienza a los 50 años (él tiene 68) y que se necesitaban perfiles digitales.
Este último punto, sin embargo, entra en colisión con la trayectoria de algunos de los despedidos. Por ejemplo, Toño Fraguas es profesor de la asignatura de digital del Máster de El País; Miriam Lagoa coordinaba en blog ‘Quinta temporada’, uno de los de más éxito de la web; y Aitor Riveiro era redactor de la sección de digital del diario. Otros, como Ramón Lobo –que cuenta con su propio blog-, tienen más seguidores en la red social Twitter (más de 31.000) que el propio director del diario, Javier Moreno (27.000).
El fin de semana ha sido uno de los más silenciosos y tristes de los últimos años en Miguel Yuste. Un silencio sólo roto, de vez en cuando, con los aplausos hacia los compañeros que habían ido a la redacción para recoger sus cosas. Las despedidas también se han hecho notar en las páginas del diario. Eduardo Rodrigálvarez, por ejemplo, terminaba la crónica del partido del Athletic de Bilbao con una significativa frase: “Pero estaba claro que nadie permitió que el partido languideciese como una triste despedida".
Un artículo publicado en el periódico este domingo sin firmar, titulado “A nuestros lectores”, terminó por encender aún más los ánimos de la plantilla. En él, la dirección cita los “celos de determinados profesionales que sobrevaloran su propia capacidad e influencia en el universo de las letras y el periodismo” y denuncia “las tendencias libertarias de muchos de quienes ocupan las redes sociales”.
Hay quien asegura que Joaquín Estefanía, exdirector de “El País” que se enfrentó a Cebrián por los despidos, pidió una chapa este fin de semana contra el ERE argumentando: “Nadie me la ha ofrecido”. Este mismo domingo, Estefanía escribe en el diario un artículo sobre EREs que deja alguna frase significativa cuando habla de la película The company men: “Con los despidos (reducción de costes), los ejecutivos de GTX pretenden que suba el valor de las acciones en los mercados de valores. Con lo cual ellos se enriquecen directamente (poseen muchas de esas acciones) e indirectamente, encareciendo el valor de la empresa ante una hipotética venta, que siempre está presente en su horizonte”.