Mark Hooper explicaba en “The Guardian” que esta publicación no es la única que ha iniciado este camino: “Algunos de los grandes jugadores de Internet, como style.com, asos.com, netaporter.com o la propia Google están publicando revistas impresas utilizando los medios tradicionales para refrescar su modelo de negocio”. En España, el ejemplo más reciente es el de la web JotDown, que va a lanzar un número de papel para celebrar su primer aniversario.
Y es que el papel aún tiene su encanto para los lectores, según los datos publicados en abril por Deloitte: el 88% de los británicos todavía admite preferir las copias impresas de una revista que su equivalente digital y el 35% de los lectores estaba suscrito a al menos a una revista en papel en 2011.
El presidente de “The Voice of San Diego” alabó las virtudes de la plataforma MagCloud: “Digamos que tienes una idea para una revista. Todo lo que tienes que hacer es venir con el contenido y el diseño y subirlo. Si usted desea comprarlo, MagCloud imprime un ejemplar y la envía”. El experimento de esta publicación se llevará a cabo con el apoyo de la Fundación John S. and James L. Knight y cada copia valdrá 7,99 dólares. “Cualquier publicación digital puede probar esta estrategia”, ha explicado Knight Digital Media Center en un comunicado. Hay, sin embargo, voces contrarias a este tipo de proyectos que recalcan que sin el apoyo de una institución es “peligroso” vender este tipo de publicaciones a ese precio.
Modelos como el que propone MagCloud ya existen desde hace tiempo. En 2009, por ejemplo, se lanzó Newspaper Club, un servicio con sede en Londres en el que cualquiera podía lanzar un periódico o revista de baja circulación. Según su sitio web, ya ha facilitado la creación de periódicos de más de un millón de organizaciones y miles de personas lo han utilizado en más de 20 países.
Iniciativas de este tipo dan esperanza a los defensores del papel, que ven cómo las publicaciones impresas no dejan de caer. “Nuestra opinión no es ortodoxa, pero pensamos que ambas plataformas pueden coexistir”, escribía en “The Guardian” el novelista Eggars de Dave, que matizaba:”Pero hay que hacer cosas diferentes. Para sobrevivir, el periódico debe diferenciarse de la web.”