Una lluvia de contestaciones siguió a las preguntas, según recoge Poynter . Para algunos, prescindir del editor puede ser un peligro dado que no todos los periodistas son “responsables”. La periodista canadiense Aurelia Cotta aseguraba que incluso “los escritores más brillantes necesitan un par de ojos frescos que revisen su texto”. Lectores de medios on-line recordaban en Twitter que los usuarios “no tienen tiempo para corregir errores” y subrayaban que pagan esperando un buen contenido.
Más allá del debate, la realidad es que ya son muchos los diarios que están prescindiendo de la figura del corrector de textos. Summer Harlow asegura en un artículo publicado en Journalism in the Americas que cuando las empresas despiden personal son los correctores los que llevan las de perder. “Los productores de contenidos están tomando las funciones que antes les correspondían a los editores de texto”, asegura. Pone como ejemplo el caso del periódico “The Denver Post”, que ha anunciado que va a eliminar todos los cargos de corrector y sus tareas pasarán ahora al resto de miembros de la redacción.
También está tomando la misma dirección Postmedia, propietaria de periódicos en las principales ciudades de Canadá, que ya ha despedido a varios correctores. “Contra Costa Times”, que se encarga de la producción de 10 diarios, no prescinde de los editores de texto, pero está cambiando sus funciones en su estrategia de optar por lo digital y realizar la edición del periódico lo más rápidamente posible. El “Salt Lake Tribune” también está despidiendo correctores.
Algunos grupos, como el Trinity Mirror, ya están utilizando tecnología como ContentWatch MediaSpectrum, para “construir una redacción más eficiente”. Este programa integra todo el software que utilizan los periódicos y se puede utilizar para diseñar webs o páginas de periódico. “Se simplifica el proceso de producción, por lo que esperamos que el número de personal caiga”, explicaba uno de los responsables del grupo.
Steve Myers, de Poynter cree que estos “nuevos enfoques” tienen ventajas, sobre todo que el personal será más flexible y se podrán publicar más historias cuando la gente está on-line. Pero asegura que traerá más inconvenientes que beneficios: “Una menor edición del texto significará, probablemente, más errores”.
Gregory Moore, editor del “Denver Post” reconocía que si antes cada historia se leía “seis o siete veces” ahora se reducirá a dos, aunque subrayaba que su diario no ha “renunciado” a la edición de textos. Summer Harlow acaba su artículo de una forma muy irónica: “Cuando el “Denver Post” aún no ha renunciado a sus correctores, escribió mal la palabra espiral en un titular y el “National Post” de Canadá publicó por error las respuestas del crucigrama justo el día después de que su empresa anunciara el despido de los editores de texto”.