“Cuando llegué al periodismo en 1976, después del Watergate, los periódicos estaban ganando dinero y querían reportajes de investigación largos”, rememora Bissinger, que asegura que cuando trabajaba en el “St. Paul Pioneer Press” escribía piezas de 35.000 palabras. Así, dice el periodista, aprendió las herramientas de la entrevista y de contar historias.
Ahora, según Bissinger, las cosas han cambiado debido, sobre todo, al menor número de editores y redactores y por la nueva forma de trabajar: “ahora estás escribiendo para la web, ahora estás escribiendo para esto, ahora para aquello, luego tienes que actualizar lo otro… y creo que el nivel de la escritura ha bajado.” Deja, en cualquier caso, una rendija a la esperanza: “¿Los periódicos –algunos periódicos- hacen todavía buenos reportajes de investigación? Creo que es el caso, pero los diarios ya no tienen tanta relevancia, ni los libros, ni las revistas. Las noticias son cada vez más y más pequeñas, pero hay muchas cosas que todavía se hacen bien”.
Bissinger lamenta, en cualquier caso, que los editores sean “demasiado cautos”: “Después de un editor viene otro, y luego otro, y luego otro y al final lo que pasa es que se acaba perdiendo la voz. Yo creo que es mejor que solo haya uno, pero nadie sabe cómo serán las cosas en el futuro. Vivimos en la época del miedo”. Recuerda, además, que lo más importante son los lectores, ya que sin ellos los medios estarían muertos. “Sería un desastre social”, asegura Bissinger, que en febrero creó polémica por un artículo publicado en el “New York Times” en el que criticaba a Ed Rendell, gobernador de Pennsylvania, por encabezar a un grupo de inversores interesados en comprar dos de los mayores periódicos de Philadelphia -Bissinger, ganó el Pulitzer cuando escribía en el “The Philadelphia Inquirer”-. “Es la persona con más poder del estado, tendría mucha influencia”, asegura.