La presidenta Cristina Fernández de Kirchner está viviendo los días más difíciles de su segundo mandato, inaugurado hace tan solo tres meses. A la tragedia de Once, donde un descarrilamiento de un tren dejó un saldo de 51 muertos, se le sumó las sospechas de corrupción que involucra al vicepresidente Amado Boudou, una apuesta personal de la viuda de Néstor K. A estos dos hechos, habría que sumarle la quita de subsidios a servicios públicos esenciales (energía, transporte, agua) y de la inflación que no da tregua, sólo por nombrar a las cuestiones que más preocupan al ciudadano de a pie.
Cristina no sólo heredó de su fallecido marido el principal sillón de Argentina, también su desconfianza hacia la prensa independiente. O, como sucedió en este caso, a las voces disonantes.
El programa de Marcelo Longobardi “Longobardi en vivo”, se transmite por la señal de noticias C5N, cuyo accionista de referencia es el periodista-empresario Daniel Hadad, a quien nadie que conozca los medios de comunicación argentinos se le ocurría definirlo como opositor, más allá de quien ocupe la Casa Rosada. C5N es uno de los medios que recibe publicidad oficial, dato que marca la cercanía o alejamiento de las empresas periodísticas del Ejecutivo. Aunque, a diferencia de la mayoría de los agraciados con la pauta oficial, C5N está segundo en audiencia, por detrás de TN del Grupo Clarín.
Longobardi, ya no es el joven periodista que disfrutaba poniendo en apuros a sus entrevistados o a los Gobiernos que no comulgan con su ideología liberal, que apenas pasada la veintena le llevó a crear la fantástica y primera revista de negocios de Argentina, Apertura. ¿Entonces qué sucedió para provocar el enojo presidencial y la llamada posterior de De Vido que terminó con la abrupta salida del aire de Longobardi?
La respuesta no encierra grandes misterios. Simplemente, el entrevistado era el equivocado. Desde que el ex Jefe de Gabinete de Néstor y Cristina, Alberto Fernández, fuera despedido del Gobierno, acusado de tener posiciones cercanas al Grupo Clarín, se convirtió en un duro opositor de la Administración que en su momento le cobijó. Antes de la abrupta interrupción, Fernández señaló que el Gobierno debe reconocer que se quiere sacar los subtes (metro) y los colectivos (autobuses) de encima y tirárselos a Mauricio Macri (Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires) “porque se quedó sin dinero y no porque le haya dado la fiebre de darle autonomía a la Ciudad de Buenos Aires”. Enseguida añadió que “cada vez que hay algo que no le gusta a la presidenta, ella se enoja con el emisor. Las cosas que dijo ayer sobre los dos artículos, que a mí no me gustaron, pero quienes escribieron esos artículos no son merecedores de semejantes calificativos. Fernández se refería a las notas de los periodistas Osvaldo Pepe y Carlos Pagni, de Clarín y La Nación, respectivamente (medios opositores al Gobierno), y a quienes la presidenta los tildó de nazis y antisemitas.
A todo esto, sólo habían transcurrido siete minutos desde el inicio del reportaje y mientras Longobardi estaba formulando una nueva pregunta la cortina del programa comenzó a tapar su voz y la cámara fue alejándose y apareció el nombre del programa e inmediatamente el corte publicitario.
Longobardi se mostró escandalizado y le confesó a su entrevistado: “Es la primera vez que me sacan del aire. Daniel (Hadad) me llamó y me dijo que (Julio) De Vido lo está volviendo loco a llamados”. Hadad, por su parte, negó haber sido él el responsable de que se haya levantado el programa.
Alberto Padilla, ex periodista de la CNN e invitado al programa, si bien no llegó a ser entrevistado (venía luego de Fernández), se convirtió en un testigo clave. “Era el tercer invitado del programa, venía después de Alberto Fernández. Estaba con micrófono. De repente, vi a uno de los productores de Longobardi que le hace señas para que corte. Y directamente sacaron el programa del aire cuando Longobardi estaba preguntando. Fui testigo que sacaron del aire a Longobardi por orden directa del Ministro De Vido”, aseguró Padilla.
Si (
No(
