Tal como publica el International Herald Tribune este hecho es una fuente de gran preocupación para los editores. Preocupa que la gente haga clic para pedir prestado un libro electrónico en una biblioteca en lugar de hacer clic para comprarlo. Quizás por este motivo, casi todas las grandes editoriales en los Estados Unidos han bloqueado el acceso de las bibliotecas a todos sus títulos en formato electrónico o al menos a los recientemente publicados.
Tomar prestado un libro impreso de la biblioteca impone un inconveniente para sus clientes. ''Hay que caminar o conducir a la biblioteca, y luego caminar o conducir de vuelta para devolverlo'', dice Maja Thomas, vicepresidente senior del grupo editorial Hachette, a cargo de su división digital. Y las copias impresas no duran para siempre, finalmente, los que tienen mucha demanda tendrán que ser reemplazados. ''Vender una copia que puede ser prestada infinitas veces sin fricción no es un modelo de negocio sostenible para nosotros'', dice la señora Thomas. Hachette ha dejado de ofrecer libros electrónicos a las bibliotecas en 2009.
Los préstamos electrónicos no están exentos de cierta fricción. El software garantiza que sólo un usuario puede leer una copia del e-libro a la vez y la gente que ve una larga lista de espera para un título determinado puede decidirse a comprarlo en su lugar.
Simon & Schuster nunca ha facilitado sus libros electrónicos a las bibliotecas. Elinor Hirschhorn, vicepresidente ejecutiva y directora de su sección digital, afirma: ''Nos preocupa que los autores y editores se centren en el préstamo bibliotecario y pierdan ventas que podrían obtener en otro canal''.
La Sra. Hirschhorn dice que la razón por la que los editores no se preocupaban por la pérdida de ventas de libros impresos por los préstamos bibliotecarios es porque la compra de un libro es más fácil - no hay viaje de vuelta a la tienda de libros - y el comprador tiene una colección física después de leerlo.
Para mantener sus ingresos totales debido a la pérdida de ventas a particulares, los editores necesitan volver a introducir más inconvenientes a las bibliotecas prestatarias o aumentarles el precio. Si esta puede parecer una idea perversa, hay que tener en cuenta que la edición de bolsillo de un libro proporciona una experiencia artificialmente costosa para sus compradores también, en términos de tiempo de espera. El retraso en los permisos de disponibilidad de la edición de bolsillo permite a las editoriales distinguir entre los compradores de libros dispuestos a pagar una prima para leer el libro y aquellos dispuestos a pagar menos por lo que es esencialmente la misma cosa, pero más tarde.