Madrid afrontó las festividades de su patrona, Santa María de la Cabeza, con la desaparición de dos periódicos digitales que informaban sobre la actualidad de los barrios de Centro y La Latina. Se trataba de sendas publicaciones hiperlocales que vieron la luz el 16 de marzo de 2009, con la pretensión de dar a conocer “todas las cosas interesantes que tienes alrededor y de las que los grandes medios no pueden informarte”. El grupo de cabeceras Somos se queda sólo con “Somos Malasaña”, que se convierte así en el periódico hiperlocal más veterano del país. Los responsables de los proyectos clausurados han explicado que no consiguieron recursos suficientes para “mantener y mejorar la calidad de los contenidos que a lo largo de su trayectoria han venido ofreciendo ambas cabeceras", por lo que "los profesionales que las gestionaban directamente han preferido ponerles fin antes que contemplar la decadencia de unos productos más que dignos". Triste fin para una aventura que parecía ir a favor del tiempo de los nuevos tiempos, en los que Internet da alas a los proyectos modestos pero cercanos. El cierre de las dos cabeceras revela la dificultad de encontrar un modelo de negocio en Internet que compatibilice la gratuidad de los contenidos con pequeños desembolsos de negocios de cercanía. Los expertos del periodismo digital, como James Breiner, sienten debilidad por los medios hiperlocales, pero son conscientes de que su supervivencia depende de su capacidad para conjugar su faceta informativa con otra más prosaica de intermediarios comerciales. La primera faceta atrae al público y crea comunidad, mientras la segunda capta pequeños ingresos que, sumados, pueden sostener una mínima infraestructura. Los responsables de los nuevos medios tienen que estar dispuestos a cubrir un acontecimiento cotidiano, pero también a convertirse en una tienda virtual que se lucre con comisiones de la venta de productos de terceros o por organizar eventos destinados a su público más fiel. Otras recomendaciones de Breiner pasan por ofrecer gangas en las tiendas del entorno del usuario o el asesoramiento basado en su experiencia y conocimiento del mercado. Las fórmulas para la supervivencia son claras, pero su aplicación a un entorno económico tan complicado como el actual es de difícil encaje. Ese ha sido el principal obstáculo para los periódicos de Somos, cuyos profesionales han tenido que reorientar su carrera “por la falta de tiempo para poder dedicar a este proyecto las energías que se merece”.
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