21 de noviembre de 2024, 11:50:33
PERIODISMO

Enormes dificultades para los profesionales de las noticias y una inundación de falsedades y datos sin significados


Informar en tiempos de pandemia: un oscuro balance

Por Miguel Ormaetxea

La Fundación Telefónica ha publicado un interesante informe de 270 páginas titulado “Re-pensando el mañana. El mayor riesgo es no aprender nada”, con epílogo de Daniel Innerarity, en el que se recogen multitud de opiniones en las que participan algunas de los más prestigiosos expertos y profesionales relevantes de todo el mundo. En el capítulo “El espacio público alterado” y en otros siguientes, se abordan los temas relacionados con el periodismo en tiempos de pandemia, la información y la comunicación. En primer lugar, se destacan las enormes dificultades que han tenido y siguen teniendo los profesionales de la información para hacer su trabajo. La información repetitiva hasta la náusea, el cúmulo de datos sin claros significados, la brutal desinformación, la excesiva dependencia que tiene Europa de tecnología de terceros países, el papel de la Inteligencia Artificial y la imperiosa necesidad de una soberanía digital europea.


Olga Lambea, periodista del Canal 24 horas de TVE, destaca: “ha habido mucha información pero casi siempre muy parecida. Y eso es lo que yo creo que nos ha faltado a los medios de comunicación, a las cadenas: buscar otras vías. Ha sido muy difícil porque había mucha información, pero casi toda venía del mismo sitio”.

Todos los profesionales de los medios que intervienen en este informe “coinciden –dice el libro- en que en una determinado momento de la crisis se produce un fenómeno de sobreinformación, de exceso en el consumo de noticias, que puede acabar dañando la capacidad de los ciudadanos para comprender lo que sucede. Hay información salvajemente contradictoria y además nuestras vidas dependen de ella”.

Para el divulgador científico alemán Ranga Yogeshwar, uno de los principales problemas que se plantean a los informadores es lidiar con la complejidad. Trasmitir la incertidumbre resulta muy difícil. “La transparencia ha de ser un objetivo irrenunciable. Es algo con lo que tenemos que aprender a vivir”.

José Antonio Guardiola, director de “En Portada” de TV Española, hace autocrítica: “los periodistas se han centrado demasiado en datos, que son importantes pero que en ocasiones ocultan a las personas que hay detrás. Las crónicas adoptan la forma de partes de guerra que relatan el movimiento de las tropas, pero no el sufrimiento de la gente”.

Como apunta la historiadora Anne Applebaum, “para lograr la atención, tienes que ser más gritón, más vulgar, más deshonesto”.

Para Marc Amorós, periodista y autor del libro “Fake News, la verdad de las noticias falsas”, existe una batalla diaria entre la buena información y la desinformación, “para intentar imponer ideologías, visiones del mundo, lecturas. La desinformación se está revelando como una gran arma de batalla, y las noticias falsas como una munición muy efectiva”.

Se menciona una estudio de la Universidad de Chicago que ha analizado el efecto sobre la audiencia de dos presentadores de Fox News, Sean Hannity y Tucker Carlson. El primero resta importancia al principio sobre la pandemia, mientras que el segundo hizo todo lo contrario y alertó a la población. Según concluye este estudio, los espectadores de Hannity se han contagiado más que los espectadores de Carlson, lo que ilustra las enormes responsabilidades de los profesionales de la información.

Los activistas antivacunas son una plaga que se ha ido extendiendo en todo el mundo, especialmente en las últimas semanas, cuando la campaña de vacunación toma velocidad de crucero en los países desarrollados. Tomo otro informe que acaba de salir, que es un esfuerzo conjunto del Centro contra el Odio Digital (CCDH) y Anti-Vax Watch: encuentran un dato sorprendente, los doce activistas antivacunas más destacados de las principales redes sociales son responsables de una cantidad desproporcionada de información errónea sobre el tema de las vacunas. Esta llamada “docena de desinformación” han logrado evitar las medidas, los controles, incluso cuando Facebook y Twitter han intensificado sus esfuerzos para frenar la información errónea sobre las vacunas. Mark Zuckerberg, Jack Dorsey y Sundar Pichai están compadeciendo ante el Congreso de EEUU para responder sobre desinformación.

El sesgo digital

Google, Amazon, Facebook, Apple o Microsoft han realizado todo tipo de compras “compulsivas” de empresas tecnológicas en el ámbito de la Inteligencia Artificial. Volviendo al amplio informe de la Fundación Telefónica, la especialista Cathy O’Neil opina que el auténtico mal radica en los sesgos que se deslizan en los algoritmos que emplean de manera creciente tanto grandes tecnológicas como compañías emergentes. Por ejemplo, los datos están condicionados por el papel tradicional de las mujeres en la sociedad, de forma que “la Inteligencia Artificial puede perpetuar hacia el futuro la desigualdad del pasado”. Carmen Artigas, responsable de IA en el Gobierno de España, cree que el papel de las mujeres es fundamental. “Si en IA solo trabajan un 30% de mujeres, en el diseño del mundo futuro solo influirán un 30%”.

Max Tegmark está convencido de que lo que se necesita ahora es lo que él define como un “bienestar 3.0”, “que se basa en un principio: disponemos de la tecnología más potente que hayamos tenido jamás. ¿cómo podemos emplearla para crear un proyecto de sociedad que entusiasme a la gente?” Se podrán curar enfermedades, reducir la pobreza e invertir el proceso de cambio climático. “De lo único que estoy seguro es de que la IA va a ser lo mejor o lo peor que jamás haya sucedido”.

Lo que muestra todo esto es el imperativo de que Europa logre la soberanía digital que no tiene, crear empresas digitales potentes, procesando nuestros propios datos y operando en nuestra propias nubes, situando siempre a las personas en el centro.

Periodismo de trinchera

A todo esto hay que añadir otro sesgo, el periodismo de trinchera, que se está acentuando en los últimos y convulsos tiempos, especialmente en España. Los periodistas debemos negarnos a sumir el periodismo marcado por una postura política o ideológica, el sesgo muy marcado que asumen muchas empresas informativas. Los titulares y enfoques que más parecen editoriales que información, que tanto están proliferando. No insultemos la inteligencia del lector o espectador. Debemos ofrecer la mejor información, objetiva y transparente, para que la gente pueda tomar decisiones bien fundamentadas. Ese es el periodismo que esperemos que termine triunfando en el cercano mundo pospandemia.

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