Si algo ha caracterizado a la globalización desde el inicio de la década de los 90 del siglo pasado, es la internacionalización de los negocios y mercados, lo que ha facilitado como nunca antes había ocurrido en la historia de la humanidad, la libre circulación de capitales así como de productos y servicios comercializados.
Obviamente, en cuanto a la libre circulación de personas, esto requiere de otra partitura, ya que excepto un bloque económico-político como es la UE, en el que sus nacionales pueden desplazarse dentro de sus fronteras sin problema alguno y trabajar en cualquier estado miembro, en el resto del mundo las personas lo tienen más complicado.
Pero hay una excepción a esta regla: la incorporación de talento a gran escala que hace ya muchos años Estados Unidos ha venido haciendo, que reúne en sus universidades y empresas, especialmente las start-ups tecnológicas, a las mentes más brillantes que se integran en la primera economía del mundo, para llevar adelante su carrera profesional y crear su nuevo hogar.