En el Nuevo Testamento, Mateo 4:4, Jesús dice: “Escrito está. No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. No hay mejor ejemplo en la historia de nuestra civilización sobre el avance de sus sociedades y naciones, que el uso adecuado de la palabra, verbal o escrita. El poder de la palabra no es un eufemismo, sino una realidad que puede mover ejércitos, encumbrar líderes y ayudar a soportar tragedias como la guerra.
En el ámbito organizacional también la palabra tiene poder, aunque cuando nos referimos al liderazgo, el instrumento esencial de las relaciones interpersonales es la buena comunicación.
En el día a día las personas actúan en consonancia con el yo auténtico, no hacen ninguna impostura. Lo mismo se les pide a los líderes para que sean auténticos. Pero en el cruce de comentarios, opiniones, quejas, preocupaciones que se presentan a la dirección, etc., lo que a cada persona le preocupa en el ámbito laboral es si con las palabras con las cuales inicia un diálogo, causarán a las otras personas una buena impresión.