La investigadora de materiales del RMIT de la Universidad de Melbourne ha desarrollado un sensor que se adhiere a la piel y detecta las radiaciones nocivas. La experta asegura en este vídeo que la electrónica flexible posibilitará que los dispositivos del futuro no se rompan ni necesiten batería. Aunque aún habrá que esperar entre 10 y 14 años para producir dispositivos a gran escala, lo cierto es que en dos o tres años empezarán a llegar al mercado pequeños sensores wearable de gran calidad. Alertar sobre la exposición de la piel a la radiación ultravioleta o a un gas nocivo, pero también dar aviso si algo no va bien en nuestro organismo, supondrá una auténtica revolución a nivel mundial.