Veamos los datos: en el primer semestre, los ocho diarios generalistas más importantes perdieron otro 12% de circulación conjunta. Con la economía presidiendo las principales informaciones, los tres diarios económicos retroceden un poco por encima de esa cifra y entre todos (dos de ellos en circulación mixta) apenas difunden unos ridículos 66.000 ejemplares para la economía que aún está entre la once y la doce más grande del mundo. Con el líder, “Expansión”, que él solo ya vendía hace poco bastante más de la cifra conjunta, perdiendo esta año más de 30 millones de euros. Más de 30 millones puede perder este año también “El Mundo”, que sigue en caída libre, sin que todas las exclusivas del caso Bárcenas aminoren la pronunciada pendiente sin final: al cierre de OJD de junio ya perdía el 17% de circulación, más de 44.000 ejemplares en un año. Un caso del de Pedro J. Ramírez que sin duda se estudiará en las escuelas de periodismo del mundo, junto con el de Cebrian. J. Ramírez ha sido el primer vendedor de prensa en la España más reciente. Fue una proeza colocar a un recién nacido casi sin recursos financieros como el diario número dos del país, poniendo en jaque la hegemonía del líder. Ahora preside el hundimiento del medio que creó persistiendo con asombrosa cerrazón en las mismas fórmulas del periodismo industrial y analógico que le encumbraron. No basta con tener muchos miles de seguidores en Twitter, hay que tener un muy poco tiempo más del 50% de tu facturación total en digital o estás muerto, admirado Pedro.
Los principales diarios españoles ha perdido ya entre más del 60% de su facturación publicitaria en seis años y más del 25% de su circulación, un millón de ejemplares menos, ¡ahí es nada! “El País” perdió casi 22 millones de euros el año pasado, “ABC” supera los 30 millones de agujero acumulado. Todo eso a pesar de EREs y recortes sin cuento, pauperizando el capital intelectual de los medios, sus marcas. Y todos sin excepción ahondando en los peores defectos del periodismo analógico: partidismo desmedido hasta conculcar las más elementales reglas del periodismo de calidad, repetición exhaustiva de las mismas docena de noticas, información de declaraciones y demás tonterías de los políticos que nos han tocado y merecemos, noticias y más noticias de factura becaria (sin que suponga ofensa para la sufrida y a veces muy meritoria clase de los becarios), noticias que están muertas en el mismo momento en que se imprimen con la pulpa de un papel de un árbol que nunca debería haberse cortado. Señores editores: el primer principio del periodismo en la era digital es el siguiente: las noticias puras son una “commodity” para su consumo digital, en tabletas y “smartphones”. Solo hay una oportunidad para imprimir buenos análisis, opiniones valiosas, valor añadido, esplendidas recopilaciones y reportajes en profundidad.
El caso del “Washington Post”, que comentamos más adelante, es muy paradigmático: había perdido en pocos años la mitad de su circulación, la mitad de su facturación publicitaria, pasando de unos beneficios de 125 millones de dólares hace siete años a 54 millones de pérdidas en 2012. Se ha vendido por 250 millones de dólares, una cantidad que parece ridícula para uno de los medios más influyentes del mundo, a un magnate de la era digital, el multimillonario fundador de Amazon, cuyo primer movimiento como editor es bastante significativo: contratar por tres años (el primero no será de pago para los lectores) a uno de las blogs digitales más influyentes, prestigioso por su calidad e independencia “The Monkey Cage”.
Todos los más influyentes medios españoles, TV y radios y digitales incluidos, se pueden comprar a precio de ridículo saldo. Una cosa es probable: el Bezos que lidere la jugosa parcela hispana de los medios de comunicación vendrá del mundo digital o las telecos.